El gran drama de todas las izquierdas en el mundo actual, es que la verdadera revolución -una mala palabra hoy reivindicada en su esencia y carácter-, es el que la gente, en especial los más jóvenes y los mayores de toda lucha y esfuerzo con sus años, han encontrado en internet y las redes sociales, la muralla de contención al odio y a los resentimientos, siendo a la vez un impulso de la verdad y la razón para reconstruir con honestidad intelectual el camino de la Libertad y la reconstrucción de las democracias, tan frágiles ellas por permitir que un concepto tan burdo como “la participación impositiva de los violentos”, se convirtiera en un “derecho” cuando se trataba de un abuso de masas, contra la sociedad, la inteligencia y la humanidad en su conjunto.
La Libertad se pulverizó otorgando a los que la dinamitaban, un status de autoridad que jamás poseyeron. La era de la razón se hundió en la brutalidad política, en el desorden y el caos, penetrando en las mentes frágiles para imponerles neuronas del retroceso. La Democracia cayó así en un nuevo guion de desmadres y absurdos, por lo cual se entendía a “la nueva democracia” como la autenticación del teatro del absurdo, donde el que mata es el que construye, donde el que pervierte es el que ama, donde el que odia es que conduce a la felicidad, Y eso, eso fue aceptado como cierto y válido y por ello, las sociedades se perdieron en no tener un destino y los ciudadanos perdieron ese actitud propia -de ciudadanos participativos y cuestionadores- para caer en la vergonzosa escena del silencio, la indiferencia y la dejadez, permitiendo que la suma de lo negativo se autentifique en lo que es las izquierdas (subversivas, terroristas, marxistas leninistas, progres, caviares, anti sistema).
Hoy el mundo tiene una esperanza en sus mentes más sólidas, cuando surgen liderazgos de fuerza (Trump, Milei, Bolsonaro, Abascal, Kast y muchísimos más) que no siguen a uno, sino que producen varios más en el ánimo de participar en la nueva Política, la que “es” y “tiene que ser” fundada en valores, principios y virtudes.
No se trata por ello de tener una posición, sino de asumirla. Y en ese sentido, nada más alejado de la Democracia y la Libertad, que ser de izquierda. Así que ya sabes dónde estás, hacia dónde vas y porqué.