Tremenda patinada de las miserias que guardan en sus mentes de cólera e intimidación las izquierdas del odio en el Perú, cuando piensan que aprovechar un momento político es levantar sus iras sobre hechos que no son construcción de ciudadanía, sino destrucción social, perversión comunitaria, atentado a los derechos humanos de sus enemigos declarados en silencio, pero eventos pensados previamente y sacados de sus condiciones sub humanas cuando creen que es el momento de decirlos y soltarlos, como ocurrió con el caso del ataque cobarde, agresión con daño evidente y también, objetivo de crimen contra el cuerpo, la vida y la salud de la Congresista Patricia Chirinos.
Aquí no se trata de polemizar sobre si la Congresista me gusta o no me gusta, sobre si es atrevida o valiente, sobrada o talentosa, lo cierto en este caso y en cualquier otro, es que Patricia Chirinos, mujer y madre de familia, fue atacada, insultada, agredida y sufrió un intento de daño contra su vida, en un local del distrito de Barranco, un espacio metropolitano donde expresiones culturales y artísticas no pueden ser derrotadas por las ideologías contrarias a la verdad histórica y el acervo nacional, siendo por lo tanto usado -el distrito- como destino de agitadores sociales de las izquierdas del odio, que dinero en mano, ocupan calles y espacios privados y públicos para alcoholizarse, drogarse y transformarse en violentos inquilinos precarios de una zona que no los merece.
Sumado a ello, salieron ya preparadas, con guiones previamente esparcidos, las clásicas “serdas caviares” (ojo, no es con “c” de cerdas) que no sabemos si son feministas o masculinistas, pero que escriben desde sus cómodos departamentos de lujo en zonas exclusivas, vomitando ese odio y perversidad que las afea más de lo que ya muestran en sus eternas soledades que no cubren sus complejos, chismoseando y ofendiendo a los demás.
Esas “y eses” que con sus patéticas frases de “digo lo que pienso” en Facebook o Twitter creen que asombran a sus inventados “miles de seguidores” fabricados en los call centers del Lagarto (el héroe y padre putativísimo de los izquierdistas caviares), se desparramaron siendo descubiertos en el teatro que ya tenían armado y fue evidente ese teatro cuando ante la reacción popular de rechazo e indignación a los mensajes de odio y a la vez de justificación del cobarde ataque criminal a la Congresista Chirinos, se comenzaron a corregir y traicionar entre ellos mismos (y ellas mesmes).
Llegaron algunas “mujeres feministas” a decir que el ataque “era justificable”, que “sólo se trató de un botellazo”, que no hubo sangre “esta vez”, que la Congresista “se lo buscó por salir a la calle” y que estas expresiones de odio y violencia “se van a repetir” (lo que configura una nueva amenaza y debe ser sancionada).
Y además, adicionalmente a las feministas clase media de vernisage y las feministas amas de casa con parejas que las maltratan y ellas callan por dinero mal -tipo la gorda del BMW que tanto resentimiento suelta en redes y su “macho” nunca es considerado ministro por ningún gobierno de su aire contaminado-, también botaron espuma los indefinidos que duermen y se masturban neuronalmente tecleando en sus laptop (no son masculinos, no son intelectuales, no son académicos, no son actores, tampoco guionistas formados; son mentes enfermas por el alquiler, son mercenarios, libretistas de temporada de pagos sucios, fracasados ladrones del trabajo ajeno).
Vemos por eso que el concierto del crimen desde las izquierdas del odio ha fracasado en su intento de asesinato (esa es nuestra opinión, que no querían asustarla únicamente, sino herirla gravemente y provocar una turba de agresores contra la vida de la Congresista).
Por eso, al ver que la reacción popular de condena a ese ataque cobarde efectuado por fanáticos de las izquierdas del odio en Barranco está creciendo, han borrado su presencia de las redes sociales los principales generadores de esa violencia (miembros de “colectivos culturales y de arte” infiltrados en colegios privados y empresas privadas que deben ya de haberlos despedido, porque de lo contrario serán considerados cómplices o protectores de esos desalmados delincuentes).
Queridos lectores: las izquierdas del odio van buscando semillas de maldad que no germinan, porque existe un insecticida que acaba con los gusanos del resentimiento: la ciudadanía que ya se cansó de décadas de mariconadas legalizadas, crímenes impunes, corrupción y traiciones al Perú y daño a la dignidad de las personas y sus familias.
Acabar con las izquierdas del odio es el imperativo de una nación libre.