En las redes sociales subsiste una especie extraña de fauna que alienta el odio, la ira y el resentimiento como su forma de existencia para hacer daño. Esta jauría se manifiesta como si fuese culta siendo deshonesta intelectualmente, se pronuncia sabionda cuando en realidad se evidencia su ignorancia y se hace la correctísima cuando lo que logra con sus majaderías, es no considerarles para responder la falta de tino, criterio y educación que poseen.
Uno emite sus opiniones, para que el que lo desea lo lea y si es afín en el pensamiento, tal vez añada algo que mejore lo escrito, respalde o critique en forma humana, no como robots de alquiler (algo que caracteriza a las izquierdas del odio y sus mamuts y mamutas).
Resulta que por algún recodo del desagüe se baña en la turbiedad y emite sonidos al estilo “gas de frejolada al frío” como dicen en el norte, una junta de benefactoras del extinto partido “lo justo, lo ajusto”, esas ex moradas, obesas desentonadas y sufrientes masculinizadas de palabras en pose de grito, matronas golpeadas y silenciadas en sus “hogares” por sus adorados maridos machistas de cuya billetera sobreviven y ante quienes nunca se rebelan pero, para aconsejar odios y golpes, independencia y demandas en “las otras”, son como unas doctora cachetada descalzas de argumentos y plenas de iras.
Esta suerte de masa amorfa en las redes, ha tratado de incomodar a muchas mujeres de verdad, amas de casa, profesionales, jóvenes estudiantes y fervientes creyentes de su Fe, pero han chocado con un gran muro: se enfrentaron a mujeres, a mujeres femeninas, mujeres hermosas, mujeres queridas y mujeres amadas (algo que las amebas de la maldad feminista no conocen).
Y de todo esto sale un mensaje suave por ahora para “esas, las del odio”. Hagan lo que hagan, las mujeres construimos Familia, adoramos a nuestros hijos, nos encanta la vida matrimonial y fundamentalmente, somos patriotas, de Derecha, a favor de la Vida.
¿Eso les duele odiadoras de las izquierdas? Entonces entiérrense.