La discusión entre una señora Periodista y el poco recordado ex primer ministro de un régimen criminal que aún no es procesado en todas sus responsabilidades y crímenes, es asunto de ellos, es tema de esas personas, porque la opinión de quien escribe su columna en un diario de recordada influencia nacional es eso, su opinión y no la mía, tanto como el que se haya sentido aludido por sus actos contrarios a la Constitución, ahora se sienta de alguna manera afectado, también en su propia opinión.
Decía un Maestro del Periodismo que “entre opiniones contrapuestas, no te hagas a un lado o al otro, simplemente, que no sean las tuyas, porque les pertenecen a otros. Sin embargo, la verdad está en un solo lado y es de quien la dice con coherencia y obtiene ataques por hacerlo, peor si es mujer”
Las opiniones son “eso”, lo que uno piensa, interpreta, asume, supone, considera, cree que, deduce y un sinfín más. En ese contexto, forma “su” opinión, la que no se sujeta a juicios de valor o correctas o incorrectas posiciones, porque de lo contrario, no sería una opinión, sino una afirmación, negación, postura o vuelvo a decirlo, posición.
Es el caso que una Periodista escribe su columna, en la que se refiere a hechos ocurridos durante un quiebre del orden constitucional, en el cual el gobierno de ese entonces no respetó el debido proceso constitucional, inventando un acto irregular, ilegal y contrapuesto al Estado de Derecho, que el primer ministro de aquél gobierno, irrespetó ante el Congreso y frente a todas las normas vigentes, atropellando el Estado de Derecho y tratando de imponer a la fuerza, con violencia y agresividad que ha quedado registrada en medios y testimonios, presentando a presión una “cuestión de confianza” írrita, que fue detonante de un golpe autoritario y mafioso contra el país.
El transgresor se ha sentido afectado por la columna de opinión de la Periodista y ese es “su” derecho, pero no es que por molestarse o ponerse histérico, se va a cambiar una opinión ajena, menos la verdad que millones comprobamos y compartimos.
El país ya está harto de las especies caviares que todo lo niegan y todo lo culpan, siendo responsables de décadas de desgobierno, corrupción e impunidad. Por eso, si bien el periodismo está muy golpeado por sus cercanías con “la política” de tiempos controversiales, no por ello hay que quedarse callados y dejar que se atropelle la dignidad de una Periodista diciéndole que miente, cuando no lo ha hecho, ni lo está haciendo en su columna de opinión.
Muy envalentonados están ahora los cobardes que no viven -en estos momentos- de nuestros impuestos. Muy tendenciosas y pechadoras están las que denigraron al periodismo siendo calificadas con duros adjetivos por la ciudadanía. Muy miedosos son los operadores de las izquierdas del odio de las redes sociales que ya no se sirven en bandeja millones del Estado, haciendo cadenas, memes y mensajes ofensivos desde la olla caviar que se los dictaba, teniendo en planillas “actores y actoras” que alquilaron sus lenguas y rostros a las mafias de las licitaciones, asesorías y contratos injustificados.
El Perú merece Periodismo, va a costar renacerlo, pero se logrará venciendo a los y las caviares, progres y sus residuos de franela.