Buenos Aires (AICA): El presidente del Tribunal Eclesiástico Nacional, monseñor doctor José Bonet Alcón, hizo “algunas precisiones y rectificaciones” sobre lo que los medios presentaron como “un gran escándalo en el Vaticano porque las limosnas de los pobres se utilizarían en negocios ‘sucios’ por cardenales y monseñores cercanos al papa Francisco” y destacó que se consignará que el pontífice ordenó una investigación al respecto.
“La noticia global dejaría en la mente de los receptores que el ‘Óbolo de San Pedro’, destinado a los pobres, la colecta anual para la Santa Sede, se habría utilizado mal, en provecho de dignatarios vaticanos”, expresó en una nota enviada a AICA para su publicación.
Por esto, el sacerdote explicó los cuatro fines del Óbolo de San Pedro y qué función cumple el Banco Vaticano para cumplir estos objetivos y llegar a los más pobres del mundo.
“Estimo muy oportuna la investigación ordenada por el papa Francisco ante cualquier denuncia. Y respeto el resultado de la misma. Pero, desde ya, teniendo en cuenta lo indicado, vea un avezado e inteligente lector si la noticia de los medios sobre la Iglesia católica, tanto en su fórmula global como en su desarrollo, respeta y busca la verdad, o hay detrás otras intenciones”, advirtió.
Texto de la nota
En los días pasados y hoy 2 de noviembre, el diario Clarín y radio Mitre repiten que hay un gran escándalo en el Vaticano porque las limosnas de los pobres se utilizarían en negocios “sucios” por cardenales y monseñores cercanos al papa Francisco. Se haría referencia a alguna publicación del semanario “L’ Espreso” que recogería alguna denuncia y posterior investigación ordenada por el Papa. La noticia global dejaría en la mente de los receptores que el “óbolo de San Pedro”, destinado a los pobres, la colecta anual para la Santa Sede, se habría utilizado mal, en provecho de dignatarios vaticanos.
Al respecto, me permitiría realizar algunas precisiones y rectificaciones a lo expresado en los medios:
En primer lugar, el destino del “óbolo de San Pedro” es el servicio a la Iglesia universal de la Santa Sede, que tiene como principales fines:
a) sostener el culto divino en la sagrada Liturgia;
b) la honesta sustentación del clero y demás ministros;
c) hacer obras de apostolado, para llevar a los hombres a la Vida eterna;
d) hacer obras de caridad, sobre todo, con los necesitados (pobres, enfermos, afectados de catástrofes naturales, niños, ancianos, etc.) (cfr. Código de Derecho Canónigo, cánones 1254 y 1271).
En segundo lugar, entiendo que las limosnas a la Santa Sede van directamente al I.O.R. (Instituto para la Obras de Religión), la Banca Vaticana, de donde saldrán oportunamente a cumplir los cuatro fines arriba indicados.
Ahora se habla de operaciones financieras irregulares que el I.O.R. habría realizado en Londres en 2014, comprando edificios. A lo que se replica que, desde Pío XII, el I.O.R., como cualquier banco, realiza operaciones similares para conservar e incrementar sus haberes o no tenerlos improductivos.
También se indica alguna operación o proyecto financiero sobre una planta petrolífera en Angola; y la intervención de consejeros financistas, etc. Entiendo, al respecto, que todo ello se refiere a manejos intermedios –honestos o deshonestos, acertados o equivocados- ordenados al mejor provecho de los cuatro fines antes indicados.
En tercer lugar, estimo muy oportuna la investigación ordenada por el Papa Francisco ante cualquier denuncia. Y respeto el resultado de la misma. Pero, desde ya, teniendo en cuenta lo indicado, vea un avezado e inteligente lector si la noticia de los medios sobre la Iglesia católica, tanto en su fórmula global como en su desarrollo, respeta y busca la verdad, o hay detrás otras intenciones.
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