Cada vez es más risible y patética la narrativa, el discurso caviar y progre en las redes sociales, porque todo se reduce en ellos “y ellas” a creerse como que todos los leen, como que todos los ven, como que todos están pendientes de sus fechorías, histerias, estupideces y arrogancias, pero no es así, porque a pesar que maquillan sus cuentas con cientos o miles y hasta “miones” de seguidores -cuentas fantasmas, cuentas alquiladas y cuentas compradas-, carecen de interacciones que puedan ser, de una forma u otra, el colchón que las sustente o les de cierta mínima importancia.
Como lo que escriben son sandeces mayormente, ni entre ellos se apoyan, salvo algún enfermo de egos o de mente pervertida y sucia que los ayuda con frases que tienen relación con el sinsentido al expresar “tienes razón” y no saben ni lo que han leído. Uno de esos casos es el de una fanfarrona de obesidad neuronal que odia el concepto Familia porque ha destrozado la que tenía y es ahora solamente una máscara social lo que le queda (predica el divorcio y no se divorcia la dependiente sumisa del dinero, se exacerba fanatizada justificando a los LGTBQIRM pero bota de su casa a su propia hija lesbiana), otro es el de un angurriento que escribe en un diario de traiciones y aniquilamiento, otro es un ocioso que insulta “elegantemente” desde tuiter, siendo guionista desde un trol center de las lagartijas, porque ya no lo contratan los canales de la mermelada, al no estar vigente ningún gobierno de esa especie inmunda de corrupción y agravios
Hoy la narrativa caviar ensaya nuevos rumbos, haciendo historias de lo que inventan que les ocurrió: “entré al cine y había un olor muy raro, hipnótico y que daba sueño, hasta que creo que me dormí y cuando desperté, no comenzaba la película, fue un minuto de dos horas…”, “subí a un taxi de madrugada, casi era mediodía y el chofer no me hablaba. Algo raro presentí cuando me dijo en diez minutos llegamos señorita, algo raro pasaba, porque ya me hablaba…”, “en el parque vi a un perrito sin correa, cansado, es muy extraño que alguien deje a su perrito así, creo que lo usan de gancho para robar…”.
Historias desde las izquierdas del odio, capaces de acusar poniendo el rostro de alguien inocente, condenando a un trabajador, a un taxista, hasta a un perrito por aparente pertenencia a una banda de ladrones.
Da risa, pero ocurre desde las cuentas de los progres y caviares, cuyas estupideces no dejan de darnos risa, pero repito, hay que estar alertas en un país donde los ignorantes son presa de esas tontas manipulaciones.