Hace pocos días los medios noticiaban que el primado anglicano Justin Welby renunciaba por encubrir a un laico evangélico que maltrató niños y adolescentes. Ahora la noticia es que uno de sus predecesores dimite como sacerdote de esa denominación, por encubrimiento de abusos.
La renuncia del primado Welby se daba en medio de creciente indignación de la opinión pública, que iba conociendo por los medios que cerca de 130 niños fueron brutalmente azotados en un cobertizo insonorizado de John Smith, el laico. La oficina del Arzobispo anglicano Welby es considerada responsable de falta de interés en el caso. En el 2013 Welb fue informado de la magnitud del problema que se desarrollaba en torno a los campamentos de verano organizados por Smith, y se le pedía que actuara. Pero ocurría que él mismo había sido uno de los jóvenes líderes que ayudaban a organizar el proyecto de algunos de estos campamentos y estaba personalmente involucrado. Desde ese 2013 la responsabilidad de darle manejo a esos abusos fue suya, y no la cumplió.
Ahora se publicita el caso del ex Arzobispo de Canterbury George Carey, de 89 años y predecesor de Welby, quien intercedió a favor de un sacerdote de la denominación anglicana acusado de abusos sexuales. Carey abogó por la reincorporación de David Tudor, que había sido suspendido durante cinco años en la década de 1980 por abusar de varios adolescentes. Documentos filtrados muestran que Carey no sólo respaldó a Tudor, sino que también acordó eliminar su nombre de la lista central de clérigos disciplinados, lo que facilitó su regreso a las funciones eclesiásticas. En el 2015, Carey había hecho una declaración que causó impacto por venir de adentro. Dijo que la Iglesia de Inglaterra se encontraba “a una sola generación de su extinción”.
Tudor fue finalmente destituido en octubre de 1993 tras admitir haber cometido “conductas sexuales inapropiadas”.
Este escándalo aumenta la presión sobre Stephen Cottrell, actual arzobispo anglicano de York, pues investigaciones mostraron que cuando Cottrell asumió como obispo de Chelmsford, en el 2010, estaba al tanto de las restricciones impuestas a Tudor y de los pagos realizados a una presunta víctima. Sin embargo, Tudor continuó ejerciendo y fue nombrado canónigo honorario de la Catedral de Chelmsford.
División estructural
Pero todos estos hechos se enmarcan en una crisis más profunda.
Después de que la Iglesia anglicana de Inglaterra, en febrero del año pasado, aprobara la bendición a parejas homosexuales, esa denominación se rajó por la mitad. La Comunión de Iglesias Anglicanas del Sur Global, que representa a tres cuartos de los anglicanos globales, declaró de forma pública su repudio contra el Arzobispo de Canterbury Welby, y contra la Iglesia de Inglaterra, desconociendo su autoridad como líderes de la Comunión Anglicana a nivel global.
Lo así ocurrido en Inglaterra sigue el episodio de cuando en el 2016 un obispo anglicano, Nicholas Chamberlain, se declaró homosexual, viviendo en pareja con otro hombre, pero observando el celibato. Esa situación también tiene implicación Welby, pues declaró que conocía la situación personal de Chamberlain antes de promoverlo al obispado.
Los numerosos conflictos habidos al interior del anglicanismo es uno de los elementos que han acelerado su desangre.
Solo entre 2012 y 2014 la Iglesia de Inglaterra perdió 1,7 millones de fieles. Los anglicanos, que en el 2012 representaban el 21% de los británicos, hoy se calculan solo en un 15%.
Alguien diría que si por aquí llueve, por allá no escampa.