Crear el descrédito e ignorar a la autoridad y el Estado de Derecho, ese es uno de los retos urgentes en las militancias del odio de las izquierdas que, desesperadas por sus fracasos, no ven otra forma de captar la atención y quizás puedan así, ganar adeptos para encender a sus militantes “porque sin violencia y sin sangre, no se logra nada” en el activismo del resentimiento.
Y peor aún, cuando nadie quiere ser marxista, maoísta, socialista o cualquier otra denominación delincuencial que es sinónimo de comunismo -porque les da vergüenza ser llamados lo que son, comunistas-, buscan hacer estallar a la sociedad en protestas, extorsiones, huelgas, paros, marchas violentas, generación de heridos y muertos fabricados entre sus convocados manipulados, porque se ha ido adornando a lo largo del tiempo -para esconder las miserias de la ideología que los impulsa al crimen político permanente, a la revolución de la muerte- todo un protocolo de actuación que gane “otros como ellos, pero nacidos por generación de odios”.
Uno de los más claros ejemplos de esa siembra de maldades es lo que le han hecho, de forma ignominiosa y cobrade, a un militar que ha recibido una sentencia del Tribunal Constitucional que ordena su inmediata libertad, pero como la autoridad de los centros penitenciarios es afín a la ideología del odio y el resentimiento, es decir, se identifica y auto percibe izquierdista, ha optado, usando al Estado, en un organismo de quinto nivel, para desconocer, irrespetar, burlarse de la orden dictada por el Tribunal Constitucional, a fin de hacer más dolorosa la ya injusta espera de los familiares del afectado.
La Ley no le interesa a un burócrata del Instituto Nacional Penitenciario, sino que lo entusiasma el dolor ajeno, la humillación, la perversión del ver el sufrimiento en otros. Pero cuando se trata de terroristas, allí sí es expeditivo, amigable, bondadoso con los recursos públicos, no tiene horario y se encuentra en la más amplia disposición de atender a sus camaradas ideológicos, esa es la imagen que nos dan a entender, los que tienen militancia en el marxismo, en el odio y la revancha contra cualquiera que no sea comunista.
La nueva guerra revolucionaria se expresa de esta forma: impedir derechos, avergonzar a las familias, hacerlos humillarse, rendirlos, maltratarlos.
Esa es la nueva guerra, el nuevo escenario que hay que combatir recuperando instituciones y eliminando la burocracia del mal, la infiltrada por las hordas caviares, progres, marxistas, comunistas.