Seres vivientes, individuos, familias matrimoniales, sociedad, pueblos, naciones, todo eso que es símbolo de lo que somos como personas y de allí en comunidad del encuentro y convivencia, se trastoca cuando los nuevos herederos de las sectas del marxismo hablan o escupen sus iras para destruirlo todo, mediante el asesinato de un niño por nacer (aborto), generando la muerte asistida de una persona -en especial un anciano o enfermos “sin esperanza” (eutanasia), usando leyes irracionales acomodadas para destruir el matrimonio y la familia (divorcio), proclamando la perversión absoluta como centro de nuevos “géneros” y “autopercepciones” que suplantan el ser hombres y mujeres (afirmando que un hombre es mujer porque se disfraza de tal, o una mujer es hombre porque se transforma superficialmente con cirugías o prótesis, o son la negación de la contradicción hormonal porque así lo imponen con nuevos lenguajes).
Estamos en tiempos que el ahorro y la propiedad privada no son un mérito sino un atentado casi delictivo contra el cual los ociosos, los políticos y los eternos vividores de impuestos se rebelan y lo expropian cuando asumen cuotas de poder que usan para destruir y no para impulsar el éxito y hacerlo un logro a seguir.
Y es que -para esos izquierdistas del mal- el progreso es malo y el desarrollo no vale nada, porque se inventan “nuevos objetivos” que hacen una mescolanza de anti valores para que lo dicho, el aborto, la eutanasia, el divorcio, la destrucción de la masculinidad y feminidad se impongan por decisión del totalitarismo mediático y político desde organismos internacionales hasta oenegés de poder casi infinito e ilegal.
Esto ocurre, aunque ya no con tantas presiones y alabanzas extremistas, de esos que, acomodados en la academia sin tener talento alguno, han hecho mafias de “enseñanza” en las escuelas y universidades, para reemplazar el conocimiento y la educación, por textos de ignorancia y perversión.
El mundo está en una fase de lenta y sólida recuperación -nuevamente-, que no debe volver a interrumpirse o a retroceder, porque es la ultima batalla de la Libertad la que está en pleno proceso, frente a la antigua y contagiante peste de escasez de humanidad y ausencia de solidaridad en y desde las izquierdas del odio, masas de activistas renegados y militantes obsesionados con la muerte de los que son calificados, por ellos, como sus oponentes.
Estamos en guerra abierta teniendo al frente hordas infiltradas de enfermos fanáticos de totalitarismo comunista, que se adornan y cubren con palabras como “socialistas”, “progresistas” y mil tonterías más, siendo en realidad marxistas leninistas, esos que dicen que la violencia es la partera de la historia, esos que han nacido del vientre de una revolución apareada por el fusil y los explosivos de sus camaradas más sanguinarios.
La Libertad es antónimo de izquierda, hay que tenerlo muy claro y hay que informar, educar y explicar a los más jóvenes que ese veneno ideológico del comunismo vestido con traje de santidad, es la tenaza diabólica del fin de la humanidad.