Desde el último Reporte, las tendencias generales del crecimiento global se han mantenido, destacando el dinamismo de Estados Unidos, que contrarrestó la desaceleración de otras economías desarrolladas. Por ello, se revisa al alza la proyección del crecimiento mundial, de 3,0 a 3,1 por ciento para 2024. No obstante, se revisa a la baja el crecimiento de la economía mundial para 2025 de 3,1 a 3,0 principalmente por efecto del aumento esperado de las tensiones comerciales y la debilidad del sector inmobiliario de China.
Para 2026 se asume una expansión global de 3,1 por ciento bajo un escenario de inflación controlada, menores tasas de interés y medidas proteccionistas moderadas. La inflación global continuó desacelerándose, aunque persisten presiones inflacionarias en el sector servicios de las economías avanzadas y en algunas economías emergentes como Brasil por un crecimiento por encima del potencial.
La mayoría de los bancos centrales redujeron sus tasas de interés, aunque en Estados Unidos las medidas de la nueva administración podrían retrasar la convergencia inflacionaria, limitando los recortes de las tasas de interés de la Fed.
Los términos de intercambio subieron un 13,5 por ciento interanual en el tercer trimestre de 2024, debido en mayor medida a la evolución de los precios de metales de exportación, favorecidos a su vez por indicadores positivos de demanda de China, un contexto económico favorable en Estados Unidos y una intensificación de las preocupaciones por la oferta de cobre.
El crecimiento proyectado de los términos de intercambio se revisa al alza para 2024, debido a la previsión de precios más altos de los principales metales exportados, lo que considera un mercado global más ajustado y escasez de concentrados. En cambio, el crecimiento de los términos de intercambio de 2025 se revisa a la baja, debido a una proyección más elevada de los precios de los insumos industriales importados en dicho año. Esta proyección implica que los términos de intercambio se mantengan constantes en 2025 y 2026, con el nivel más alto en lo que va del siglo. Por lo anterior, la balanza de pagos reforzó su sólida posición.
El superávit anualizado en cuenta corriente aumentó de 0,8 por ciento del PBI en 2023 a 2,2 por ciento del producto al tercer trimestre de 2024. Esta evolución reflejó: (i) mayores términos de intercambio y volúmenes exportados, que incrementaron el superávit comercial de bienes; (ii) expansión del flujo de remesas, por la evolución favorable del empleo en el exterior; y (iii) la recuperación en la entrada de turistas extranjeros al país, factor que disminuyó el déficit de servicios.
Considerando estos factores, se proyecta un superávit en cuenta corriente equivalente al 2,2 por ciento del PBI en 2024. Para 2025, se anticipa una reducción del superávit al 1,2 por ciento del PBI, explicada principalmente por la recuperación de las utilidades de empresas con inversión extranjera, en línea con el repunte de la demanda interna y los altos términos de intercambio alcanzados en 2024.
En 2026, se espera que el superávit aumente nuevamente al 1,5 por ciento del PBI, impulsado por el fortalecimiento del comercio exterior, la normalización del turismo receptivo y la disminución de los costos asociados a los servicios de transporte internacional.
La actividad económica nacional aceleró su tasa de expansión a 3,8 por ciento en el tercer trimestre de 2024
La evolución favorable del mercado laboral, la reducción de la inflación y la recuperación de las expectativas empresariales impulsaron el gasto privado, que a su vez favorecieron las actividades no primarias como comercio y servicios. Asimismo, la inversión pública mantuvo su dinamismo y continuó creciendo a tasas de dos dígitos. Así, en el periodo enero-setiembre, el PBI acumuló un crecimiento de 3,0 por ciento interanual.
Se espera que el PBI crezca 3,2 por ciento en 2024, lo cual implica una revisión al alza respecto al Reporte de Inflación previo (3,1 por ciento). La revisión está sustentada en la mayor producción de los sectores primarios, particularmente de la minería metálica, pesca y su manufactura asociada, lo cual se reflejó en un envío más alto de embarques de bienes al exterior. Asimismo, se espera un mayor crecimiento en construcción, dado el alto incremento de la inversión pública.
Se estima que el producto crecerá a una tasa de 3,0 por ciento en 2025, proyección que considera condiciones climáticas normales, el inicio de la ejecución de algunos proyectos mineros y de infraestructura, en un entorno que favorezca la continua recuperación del gasto privado. Se espera que la mayoría de dichas condiciones se mantenga en 2026, lo cual resultará en un crecimiento del producto de 2,9 por ciento.
El déficit fiscal acumulado en los últimos 12 meses subió de 2,8 a 3,9 por ciento del PBI entre diciembre de 2023 y noviembre de 2024, debido principalmente a la contracción de los ingresos corrientes y el alto crecimiento de la inversión pública y, en menor medida, por los mayores gastos en remuneraciones y el mayor pago de intereses de la deuda. Se estima que el déficit fiscal sea de 3,7 por ciento del PBI en 2024.
Se prevé que en el próximo año se inicie la necesaria consolidación fiscal considerando: (i) mayores ingresos fiscales por recuperación de la actividad económica, precios de minerales más altos (incluyendo el efecto rezagado de ambas variables) y un mayor volumen de importaciones; (ii) ingresos extraordinarios más elevados, sobre todo por el impuesto a la renta en 2025 por ganancias de capital derivadas de la venta de empresas del sector eléctrico; (iii) un manejo prudente de la política tributaria y del gasto público; y (iv) una adecuada gestión de las empresas públicas, principalmente de Petroperú.
Bajo estos supuestos, el déficit fiscal pasaría a 2,2 y 1,8 por ciento del PBI en 2025 y 2026, respectivamente. La consolidación fiscal es fundamental para mantener el grado de inversión y con ello el acceso al país a una de las menores tasas de interés de financiamiento externo en la región.
Se prevé que la deuda neta de activos financieros del Sector Público No Financiero aumente de 22,5 a 26,8 por ciento del PBI entre 2023 y 2026. En tanto, se proyecta que la deuda bruta pase de 32,9 a 33,3 por ciento del PBI durante el mismo periodo.
La diferencia entre el aumento de la deuda bruta y neta obedece al supuesto de un menor saldo de activos financieros del sector público como porcentaje del PBI.
Durante 2024, el Directorio del BCRP redujo la tasa de interés de referencia en 25 puntos básicos en siete de las reuniones del Programa Monetario mensual, y en las reuniones de marzo, junio, julio, octubre y diciembre acordó mantener la tasa de referencia. Así, la tasa de interés de referencia se ubica en 5,00 por ciento.
En los comunicados de política monetaria de octubre, noviembre y diciembre, se reiteró el mensaje que señala que futuros ajustes en la tasa de interés de referencia estarán condicionados a la nueva información sobre la inflación y sus determinantes.
Asimismo, en el comunicado de noviembre se mencionó que el recorte de 25 puntos básicos de ese mes no necesariamente implicaba reducciones sucesivas en la tasa de interés.
Las tasas de interés en moneda nacional continuaron evolucionando de acuerdo con la tasa de referencia, en particular en los segmentos de menor riesgo crediticio y menor plazo. La liquidez en moneda nacional (circulante más depósitos) continuó mostrando signos importantes de recuperación: su tasa de crecimiento interanual pasó de 3,0 por ciento en 2023 a 13,9 por ciento en octubre de 2024. Por su parte, en el mismo periodo, la tasa de expansión del crédito al sector privado pasó de 1,3 a 0,3 por ciento principalmente por una menor demanda y una actitud cautelosa de los intermediarios financieros.
Hacia adelante se espera una recuperación del crecimiento del crédito al sector privado por mayor demanda de fondeo para atender la recuperación de la actividad económica y una mayor predisposición a prestar ante la reducción que ya se inició en los coeficientes de morosidad. Con ello, se proyecta tasas de expansión del crédito de 5,0 y 4,0 por ciento en 2025 y 2026, respectivamente.
La inflación interanual se ha mantenido ininterrumpidamente al interior del rango meta desde abril de 2024, ubicándose cerca del centro de este rango. La inflación sin alimentos y energía (SAE) disminuyó de 2,78 por ciento en agosto a 2,56 por ciento en noviembre, observándose un menor ritmo de incremento en rubros como vehículos a motor, transporte local y transporte aéreo internacional. Se mantiene la proyección de una tasa de inflación alrededor del centro del rango meta en el horizonte 2024-2026 con tasas anuales de 2,1 por ciento en 2024 y 2,0 por ciento en 2025 y 2026. La proyección asume que continuaría la reversión de los efectos de choques de oferta y una reducción gradual de las expectativas de inflación hacia el valor medio del rango meta con una economía creciendo sin presiones inflacionarias de demanda.
El balance de riesgos para la proyección de inflación considera un mayor impacto esperado de los choques que lo afectan respecto a lo previsto en setiembre; sin embargo, se mantiene el sesgo neutral.
Los riesgos para la proyección incluyen principalmente las siguientes contingencias: (i) choques financieros con salida de capitales y presiones al alza de tipo de cambio por incremento en la volatilidad de los mercados financieros por tensiones geopolíticas o situaciones de incertidumbre política en periodo electoral; (ii) choques de demanda interna por la incertidumbre política ante un nuevo proceso electoral que podría deteriorar las perspectivas de crecimiento del consumo y de la inversión privada; y (iii) choques de demanda externa por un menor crecimiento global generado por tensiones comerciales y conflictos geopolíticos, que implicaría una menor demanda por nuestros productos de exportación.
Con información del Banco Central de Reserva del Perú
El Reporte completo es accesible en el siguiente enlace: