Es un sábado habitual de madrugada en las emergencias de los tres más importantes centros hospitalarios del país, que se cortan en el laberinto de las angustias cuando se reportan varios casos de jóvenes intoxicados por consumir drogas sintéticas que los llevaron a estados de euforia y descontrol que causaron mucho asombro. ¿No se dieron cuenta de lo que consiguieron? ¿Qué los animó? ¿Se trata de víctimas? ¿Fueron ellos los que pidieron las pastillas ilegales? El proceso se encuentra en una delicada y reservada investigación, pero, por otro lado, los medios no han informado de estos hechos ni de la evidente crisis que se está gestando, porque se trata ya no de una amenaza, sino de la presencia activa de las drogas sintéticas.
Para entender bien el ámbito de lo complicado de este acontecimiento y lo que significan estas drogas, vamos a descifrar algunos términos:
Drogas sintéticas: incluye cualquier sustancia de origen sintético con efectos psicoactivos disponible en el mercado de drogas ilícitas y utilizada con fines no médicos.
Estimulantes de tipo anfetamínico: grupo de sustancias compuesto por estimulantes sintéticos sometidos a fiscalización internacional con arreglo al Convenio sobre Sustancias Sicotrópicas de 1971 y que pertenecen al
grupo de sustancias denominadas anfetaminas, que incluye la anfetamina, la metanfetamina, la metcatinona y las sustancias del grupo del éxtasis (3,4-metilendioximetanfetamina (MDMA) y sus análogos).
Nuevas sustancias psicoactivas: sustancias objeto de uso indebido, ya sea en su estado puro o en preparados, que no están sujetas a fiscalización con arreglo a la Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes o el
Convenio de 1971, pero que pueden entrañar un peligro para la salud pública. En este contexto, el término “nuevas” no se refiere necesariamente a nuevas invenciones, sino a sustancias que han empezado a circular recientemente.
En cuanto al Perú, la comercialización de drogas sintéticas escala con fuerza en todos los sectores sociales, siendo la población de 13 a 17 años la más afectada por la facilidad de entrega de los vendedores, por los precios, empaques de fácil entrega, no tener olor que les identifique, no requerir implementos para consumir como papel, fósforos, pipas u otros aditamentos. Basta con la propia saliva, un poco de agua o si se desea un efecto más potente, con licores o bebidas energizantes.
En el sector social A/B donde se experimenta más y se consiguen muy fácilmente según se lee en algunos artículos que no ponen atención en que se trata de un público de suficiencia para la compra usual, pero no de consumo continuado; en cambio, en nuestra investigación, son los más jóvenes y de sectores C/D quienes están ocupando el espacio de consumo más grande, ya que los precios y/o presentaciones de las drogas sintéticas están al alcance de ellos en los productos más conocidos, pero como versiones alternas. Es decir, una pastilla “social” de valor que promedia los S/ 50 en medios A/B en su condición de “marca”, se encuentra en los conos de Lima, Trujillo, Piura y Tacna a un promedio de S/ 10, teniendo en cuenta que su fabricación no tiene controles ni los insumos de las de mayor precio. Ambas son contaminantes, pero las de menor precio pueden ser fatales además de estimulantes y adictivas.
Los cárteles de drogas sintéticas tienen un despliegue activo en la costa del Perú y en las ciudades de Iquitos y Pucallpa, lo que demuestra una concentración territorial interesante. A diferencia de algunos reportes que dicen encontrarse estás drogas a mayor disposición en fiestas electrónicas y en las playas, en nuestra encuesta a cerca de trescientos consumidores de estupefacientes de diferente modalidad, nosotros obtuvimos resultados que no coinciden con lo manifestado por algunas oeneges. Así, en los conos de las mayores ciudades costeras, cualquier concentración de jóvenes sirve de puerta de entrada de drogas sintéticas que se consumen con cerveza, licores puros (ron es el predilecto) y bebidas energizantes. Y también, un mercado de crecimiento se concentra en los alrededores de los colegios nacionales, donde usan “jaladores” para ir al punto de venta que usualmente es un parque aledaño.
Uno de los testimonios que más nos ha preocupado es el que señala a boticas y farmacias como puntos de venta de metanfetaminas y anfetaminas, y alternativamente, de pastillas antidepresivas y ansiolíticos que los jóvenes los colocan sobre una base plana para demolerlos, mezclarlos y “pastillizarlos” (colocan el polvo en pastillas de otros medicamentos que son vaciados). Esta es una forma de nuevas drogas que nacen del ingenio, angustia y desesperación por ampliar el daño hacia personas de menos recursos, inventando con esas mezclas, la puerta de un nuevo mundo de consumo de sustancias ilegales y extremadamente dañinas.
El crecimiento de este mercado es vertiginoso y los medios, así como las autoridades, voltean la mirada hacia la cocaína como el gran mal, pero no se dan cuenta que el consumo de cocaína no es tan grande en el país, siendo mayormente un producto de exportación, en cambio lo que resulta de alto riesgo, es el de las drogas sintéticas y sus nuevas modalidades.