Ocurre que “ahora” hemos superado nuestras barreras, de por sí absolutamente superables, al ver otra vez, cómo alguien que usa eso que se llama política, se fuga siendo condenada, para beneficiarse de los actos delictivos o enmascarados que empleó como legítimos, sin ser legales, manipulando el significado de los actos intencionales que promueven los delitos, desde los más pequeños, hasta los que dañan a diario a nuestras familias, la sociedad peruana, usando dineros sucios -como por ejemplo los provenientes de la mafia de Odebrecht-, a fin de lograrse para sí misma y su cómplice entorno familiar, junto al colectivo partidario, prebendas, riquezas, privilegios y “un nuevo status” de dominio y presión sobre el Estado (mediante los gobiernos locales, regionales o el nacional).
No estamos hablando de actos de corrupción tan conocidos como el darle unas monedas de un sol a alguien para conseguir “algo” que tal vez se pueda lograr simplemente haciendo una fila, igual que todos (no nos gusta hacer colas, queremos ser primeros privilegiados sobre los demás), no estamos diciendo que NO es corrupción bajarle a escondidas un billete de veinte o cincuenta soles a un mal Policía para evitar la papeleta de tránsito al haber cometido una infracción, no podemos decir que NO es corrupción entregar “una ayudita, su almuerzo” al funcionario o empleado de la municipalidad que “nos evita el papeleo” para una licencia de funcionamiento. No, ¿Es que hemos dejado de decirle corrupción a toda corrupción porque es nuestro nuevo ADN? ¿Somos corruptos dándole de comer a los corruptos y nos sentimos los honestos y los demás son los corruptos?
Pero esto ya no es lo peor, sino que hemos escalado peligrosamente a la impunidad como si fuera un derecho de los nuevos tiempos, ya que ejercitar, hacer, promover o realizar coimas, “regalitos” es un derecho de todos ahora.
Lo repito: ¿Hemos pasado de la normalización de la corrupción diaria, desde un sol o un sencillito “nada más”, al convertir la corrupción en nuestro nuevo ADN, para escalar a la corrupción y convertirla luego en el reemplazo de nuestra identidad como peruanos? ¿Ese es el nivel de ahora?
No me apena decirlo, me da mucha cólera, pero la impunidad es el nuevo estándar de la política peruana, de los criminales que usan la política para delinquir más… y lo estamos permitiendo y ellos, los corruptos e impunes, se están consolidando en un país que está dejando de ser país, para vivir una nueva barbarie. Así de duro.