Si ponemos una fecha aproximada, podríamos afirmar que las izquierdas de florero, de todos los colores y espinas, tuvieron en el nefasto gobierno -dictadura militar- de 1968 a 1980, su mayor expansión, activismo y construcción de militancia para intentar dominar las estructuras sociales del país, débiles y esparcidas, introduciendo una ideología que tenía vertientes muy definidas:
- Núcleos de doble instancia, separados (movimiento estudiantil muy dividido y células de profesores, también muy divididos, intentando de forma agresiva y sectariamente, establecer una interpretación y actividad auténtica del marxismo y su importancia para ser aplicado en la sociedad) desde universidades como San Marcos y la Católica en Lima, San Cristóbal de Huamanga en Ayacucho y la Universidad Nacional del Centro en Huancayo.
- Definir qué esfuerzo colectivo era el rostro, pensamiento y acción del movimiento revolucionario marxista leninista, que desarrolle el camino del pueblo al poder. Así, había un “gran” partido comunista peruano (PCP-unidad) cuya relación de dependencia formativa y financiera estaba en directa relación con el partido comunista de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). El PCP-unidad tenía un brazo sindical que se distinguía entre los trabajadores con la CGTP Confederación General de Trabajadores del Perú que, a su vez, impulsaba movimientos sectoriales por ramas laborales (pesqueros, construcción civil, trabajadores estatales y otros más). El PCP-unidad tenía un gran competidor en el partido comunista del Perú PC del P-mayoría (pro China), una formación más radical, que desarrollaba el pensamiento marxista leninista con el condimento de la ideología maoísta que inspiraba movimientos de la segunda escala revolucionaria: llevar la guerra popular del campo a la ciudad y no quedarse en el espacio burgués de acomodos y acuerdos con el status vigente. Había otros esfuerzos más, pero muy pequeños, como el PCP Bandera Roja, PCP Estrella Roja y otros aún más diminutos, como Vanguardia Revolucionaria, que se dividió entre los agitadores de asambleas y los que ansiaban ser guerrilleros.
- La tercera vertiente o flanco de alimentación fueron las oenegés, algunos medios con periodistas de formación militante, además del desarrollo de círculos de activismo en la Iglesia católica.
Con todo el poder de gobierno y represión en la dictadura militar velasquista y su correlato con el general Morales Bermúdez, la siembra siniestra del odio se fundamentó en el resentimiento social, llegando a extremos inconcebibles que se propagandizaban como “respuestas del pueblo ante siglos de opresión”. Paradójico escenario donde los elementos represores, querían lavarse las manos y el contenido de su propia opresión hacia el pueblo al que enamoraban con medidas simplistas y populistas, insostenibles en el tiempo y causa de una insurgencia popular no violenta que se expresó en una suerte de coincidencia por exigir el retorno a la Democracia que se había destruido.
Luego de publicarse decenas de libros, revistas y panfletos con evidente contenido “suavizante” del marxismo leninismo que ya anidaba en los miembros del magisterio como eje de fuerza y la introducción de palabras distractoras de lo cierto, las izquierdas, siempre divididas y cada una auto definiéndose como el estandarte del proletariado peruano, llegaron a tener un tercio del voto ejercido para una nueva constitución política, que fue en su redacción final, una suma y muchas restas “de tener” un aporte de presión en el texto que no quisieron reconocer como fruto de un consenso.
Las izquierdas que niegan todo y se niegan entre ellas, quisieron promover que lo que les interesaba para impactar y se haga realidad, no importando el efecto devastador de esas iniciativas: nacionalizaciones, estatizaciones, limitaciones a los derechos ciudadanos.
A partir del año 1980, con un gobierno que no supo aprovechar el tiempo de retorno a la Democracia que había que reconstruir, el espacio de revanchismo reemplazó el necesario momento para recomponer lo dañado y las izquierdas, temerosas de un renacer del APRA se volvieron más extremistas y los extremistas, terroristas.
Como pueden notar, es “en” Democracia y es “por” la Democracia, que las izquierdas llegan a su clímax mental y a su doble rostro de miserias y depravaciones, en el péndulo de la guerra subversiva por un lado y al otro, la colectivización de las hordas de militantes, formando nuevas formas de penetración en la ciudadanía.
Mucho daño le ha hecho la izquierda del odio y del resentimiento al Perú, desde el momento en que sintiéndose robustas gracias al dictador socialista Velasco, creyeron que con la fuerza de la violencia sanguinaria tomarían el poder, aplastando a un gobierno nacido en Democracia y debilitado otra vez en Democracia. Y si no les resultaba en ese momento, con el siguiente gobierno lo mismo y así sucesivamente.
Un flanco es el terrorismo, otro la infiltración institucional, se complementan con decenas de grupos pequeños que se presentan como colectivos variados siendo del mismo engendro y se publicitan en los medios militantes que buscan dinero, espacios de poder y momentos de presión. Lo que no ven ahora, es que están en ritmo de extinción definitiva.