En Chile muy pronto, la tormenta atroz de una izquierda irresponsable y carente de sentido de patria, por excluyente y fabricante de odios, se va a terminar. Y no será solamente por el fin del mandato que asumió Boric, sino porque se anuncia con creciente convicción ciudadana que José Antonio Kast consolida el camino que han construido los que lo acompañan en la difícil tarea de decir la verdad y tener ideas buenas, propuestas mejores y en especial, el amor inmenso a su país, como lo demuestra Kast cada día de conversaciones con la gente joven, con los trabajadores y sus familias, con los emprendedores y los que se animan a serlo, con los viejos en cuyos recuerdos late el sentimiento extraordinario de querer volver a ver a su país, como estaba siendo que era y no en retroceso.
Kast comenzó hace dos procesos electorales arriesgándose al disparo agresivo de los medios de comunicación y de los partidos en disputa. Supo recibir golpes, aguantar agravios y vencer a los reyes de la hipocresía política que lo minimizaron sin ver quien era y cómo y adónde quería llegar. Kast no se amilanó y construyó cimientos que le dieron muros de contención y pisos de crecimiento para lucir con orgullo una plataforma sólida desde donde apuntala a sus dirigentes en el liderazgo regional y nacional. Es decir, cada ladrillo se une para llegar a tener la casa de la opción por una mayor Libertad y una mejor Democracia.
Evidentemente las izquierdas del odio se desesperan porque no habrá más octubrismos con Kast, no habrán más estallidos violentos de la subversión acomodada contra el pueblo, no habrán más abandonos del gobierno a los ciudadanos y a sus legítimos defensores, los Carabineros, emblemática institución chilena cuyo prestigio y enseña trasciende en cada familia patriota.
He visto personalmente a José Antonio Kast en la profundidad de Chile, siendo convocado y recibido con cariño en cada paso, en cada esquina, en cada hogar y vecindad, como cuando llega el mejor amigo a brindarle la mesa a quien es de la familia. Ese es un valor importantísimo que no lo tienen otros de cercanas posiciones, porque la campaña que ofrecen es antagónica y la de Kast es protagónica: convoca a más chilenos en la estructura de la fuerza que en primera vuelta logrará demostrar que Chile no es un país hacia atrás, sino hacia adelante.
Cada día una palabra que asienta las propuestas, ordenadas secuencialmente, sustentadas, con equilibrio y con perspectiva, sostenibles en el tiempo para solucionar, recomponer y desarrollar el rumbo del progreso. Eso es hacer política con mayúsculas, alejado del populismo y la demagogia. Y eso, es lo que hace de José Antonio Kast el presidente que Chile va a tener liderando nuevamente la esperanza para hacerla realidad, en primera vuelta.