El drama político, cuando se conoce internamente, es muy desastroso, produce una reacción patológica que va desde la negación, hasta la afirmación de los errores en una secuencia imparable, inconsciente y a la vez, trágica. Eso es lo que le está pasando a las izquierdas del odio, eso es lo que les ocurre en esta época llamada con mucha razón la Era Caviar, el tiempo de la oscuridad, donde la irracionalidad ha tomado ventaja sobre la racionalidad y se ha superpuesto en la academia y los medios, como una forma omnipotente de decidir -ahora y para siempre-, lo que es verdad y lo que no merece serlo. Vivimos en una nueva dictadura de la transformación de los valores y principios, para que se ejerza el dominio de lo absurdo y lo perverso como símbolos de la nueva razón.
En el advenimiento del proceso electoral que debe ser el año 2026, debe ser porque en el Perú lo inimaginable es lo que va a pasar, se han autorizado ilegalmente en nuestra opinión, cuarenta y tres partidos políticos de los cuales, apenas dos, tres y quizás cuatro podrían considerarse partidos políticos en supervivencia, tratando de institucionalizarse, pero lo que se define como “partidos”, ni uno califica como tal. En consecuencia, de cuarenta y tres restamos, menos cuatro, nos quedamos con la sorpresa que treinta y nueve grupos fantasmales cuentan con reconocimiento en el ROP o Registro de Organizaciones Políticas del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), para presentarse en las siguientes elecciones presidenciales, congresales, regionales y municipales (y también para eso que se llama Parlamento Andino).
Y para toda esa suma de potenciales objetivos electorales y de recuperación de la inversión, cada partido puede presentar o va a requerir presentar en sus listas, nada menos que a más de catorce mil candidatos (sumen por ejemplo 1,900 candidatos a las alcaldías de cada distrito del Perú con un promedio de 5 a 9 regidores distritales, más 190 alcaldías provinciales con una media de 15 regidores provinciales, 26 candidatos a gobernadores de las regiones, con cerca de 200 asambleístas regionales, 60 senadores, 180 diputados, planchas presidenciales y ahora lo peor, los dirigentes que van a querer ser funcionarios públicos, junto a sus familiares, vecinos, compadres, etc.)
Es un escándalo enorme y eso fue provocado por la denominada “reforma política” promovida por los medios de comunicación activistas y los grupos de izquierda militante -los caviares y progres incluidos-, durante el gobierno del procesado e inhabilitado Vizcarra y todo eso, lo sabe la ciudadanía y lo está recordando con repulsión.
Y con esa sabiduría popular, ¿qué está pasando al interior del país? Que nadie quiere a las izquierdas registradas, ni a los grupos que se dicen ser de centro o moderados y en realidad son de izquierda maquillada. Existe gran rechazo al Partido comunista Perú libre, al violento Partido comunista “por el buen vivir”, a la máscara de Partido comunista que se presenta como “ahora nación” y a cada basura política, como el de Vizcarra y los de las firmas falsas suplantando identidad de ciudadanos.
Es decir, se da un rechazo total a las izquierdas en sus organizaciones envilecidas y envejecidas, porque son lo mismo, bandas criminales que hacen daño al país. Ese rechazo es a esos partidos, a los medios cancerberos, a los periodistas manipuladores, a las oenegés lavadoras de activos y protectoras del terrorismo.
Y de esa mezcla de odiadores que el país señala en redes sociales y los enfrenta en las calles sin temor alguno, se desprende la consecuencia: nadie cree en las izquierdas y nadie las apoyará en las elecciones.
Hemos accedido a encuestas privadas que señalan que no es posible que las izquierdas pasen la valla electoral y en tal escenario, felizmente, la fe del pueblo se haría más que esperanza, siendo la oportunidad de enterrar para siempre, en la Era Caviar, a todas las izquierdas, porque al no pasar la valla, no tendrían ni un solo representante en el parlamento.
Prepárense odiadores, van a tener que trabajar, pero no en el Estado, porque lo vamos a fumigar y desparasitar.