La ciudad de Chiclayo es la capital del departamento de Lambayeque y está situada al norte del Perú a 767 kilómetros de Lima. Es una ciudad de la costa a 12 Km del Océano Pacífico, su gente es muy alegre y comunicativa, se le llama: “la ciudad de la amistad”
El Papa Pio XII crea la diócesis de Chiclayo el año 1956 y nombra a Mons. Daniel Figueroa Ballón, el día de Santo Toribio. Fue el primer obispo de Chiclayo. Se preparan los documentos para iniciar su proceso de beatificación.
En 1961 le acompaña Mons. Luís Sánchez Moreno Lira, que fue nombrado por el Papa obispo auxiliar de Chiclayo hasta 1968, fecha en que Mons. Sánchez Moreno pasó a ser el Prelado de Yauyos hasta 1996 que fue nombrado arzobispo de Arequipa.
En 1968 es nombrado obispo de Chiclayo Mons. Ignacio María de Orbegozo y estuvo 30 años en la diócesis hasta 1998. En una primera etapa le acompañaron varios sacerdotes españoles, muchos de ellos pertenecían a la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz y después surgieron del seminario de Chiclayo varios sacerdotes peruanos.
En 1998 le sucedió Mons. Jesús Moliné Labartra, que estuvo el la diócesis hasta cumplir los 75 años de edad. Continuó la labor pastoral de su predecesor. La diócesis pegó un estirón grande, más vocaciones sacerdotales y la inauguración de la universidad Santo Toribio de Mogrovejo.
El 2013 el Papa Francisco nombra obispo de Chiclayo a Mons. Robert Prevost, que estuvo en la diócesis de Chiclayo del 2014 al 2023 y ese último año fue nombrado Prefecto del Dicasterio de los obispos. Mons. Prevost se queda en Roma, el Papa Francisco lo nombra cardenal y en el cónclave del 2025 es elegido Papa y toma el nombre de León XIV.
Ahora el obispo de Chiclayo es Mons. Édison Edgardo Farfán Córdova. Es agustino como Mons. Prevost y está acompañado por el clero de la diócesis, que son, en su mayoría, sacerdotes jóvenes. Mons. Farfán es también devoto de Santo Toribio de Mogrovejo.
Mi experiencia en Chiclayo mirando a los obispos
De chico estuve muchas veces en Chiclayo para ir a la playa en verano al famoso balneario de Pimentel o a montar caballo en los anexos de las haciendas azucareras. Chiclayo era fundamentalmente campo, la tierra del azúcar y del arroz. La ciudad era netamente comercial, muchas tiendas pequeñas y dos grandes mercados.
En 1974 me ordené sacerdote en Barcelona junto a 44 profesionales del Opus Dei. Nos ordenó Mons. Narciso Jubany, que era el obispo residencial. En 1975 regresé a Lima, mi tierra y estuve ejerciendo mi sacerdocio hasta 1991, fecha de mi traslado a Chiclayo.
En “La ciudad de la amistad” estuve viviendo en el Centro Cultural “Las Eras” atendiendo una labor con escolares y universitarios que frecuentaban ese centro en el barrio de Patasca. Ese año, con otros profesionales del Opus Dei y algunas amistades chiclayanas pudimos empezar el colegio Algarrobos. Fui su primer capellán.
También me dieron el encargo de atender a los sacerdotes de la diócesis que eran socios del Opus Dei y pertenecían por lo tanto a la “Sociedad sacerdotal de la Santa Cruz”
El obispo en esos años era Mons. Ignacio María de Orbegozo, que también pertenecía al Opus Dei y había vivido varios años con San Josemaría Escrivá de Balaguer y le tenía mucho cariño y una gran devoción.
Mons. Orbegozo fue el primer prelado de Yauyos, un territorio de misión en los Andes peruanos situado a 400 kilómetros de Lima, de escasa población y de mucha pobreza. La Prelatura era extensa porque abarcaba tres provincias: Yauyos, Cañete y Huarochirí. Tenía 12, 257.00 Km cuadrados, y gran parte del territorio había que recorrerlo a caballo para poder llegar a los pueblos y caseríos que eran abundantes.
Cuando llegó Mons. Orbegoso a Yauyos encontró muchas deficiencias, la mortalidad infantil era elevada, había un problema grande de alcoholismo y el último obispo que había pasado por allí fue Santo Toribio de Mogrovejo.
En 1967 Mons. Orbegozo es trasladado a Chiclayo. Su experiencia en Yauyos y su cercanía al Fundador del Opus Dei, le ayudan en su labor pastoral y misionera en la diócesis de Chiclayo. También Chiclayo había sido territorio de Santo Toribio de Mogrovejo, que fue el segundo arzobispo de Lima, la diócesis que tenía el santo empezaba en Jayanca (al norte de Chiclayo) y se extendía hasta Nazca (al sur de Ica) y abarcaba costa, sierra y selva. Además, Santo Toribio fallece en Zaña, en plena labor pastoral.
Mons. Orbegozo, que había recorrido a caballo para llegar a los pueblos y caseríos en la sierra de Yauyos, conocía muy bien al hombre andino y al de la costa, igual que Santo Toribio, se empeñó en levantar el nivel cultural de los habitantes de su diócesis, trabajó duro con sus sacerdotes en una catequesis intensa que al cabo de los años dio bastantes frutos. Creó un Instituto pedagógico para preparar profesores, le agregó un colegio de aplicación. Ahora son el colegio Santo Toribio y la Universidad católica del mismo nombre. Ambos están a cargo de la diócesis.
Siguiendo a Santo Toribio y al ejemplo que vio en el “Santo de lo ordinario” San Josemaría Escrivá puso el acento en los sacerdotes y en seminario diocesano, que también lleva el nombre de Santo Toribio.
El seminario se fue llenando de alumnos y al cabo de los años empezaron las primeras ordenaciones. Ya se han ordenado más de 200 sacerdotes y ahora están trabajando en Chiclayo 120 sacerdotes. La media de edad actual de los sacerdotes no llega a los 60 años. La mayoría son jóvenes.
Mons. Orbegozo decía que quería dejarle al obispo que le suceda un Santuario de la Virgen, un seminario con vocaciones y una universidad. Logró cumplir con lo que había prometido. El santuario de la Virgen de la paz tiene además anejo un monasterio con religiosas carmelitas, que también tienen muchas vocaciones. Hay un seminario mayor y un propedéutico donde se preparan los chicos para ingresar al seminario. El seminario de Chiclayo recibe también seminaristas de la Prelatura de Chota y de otras circunscripciones eclesiásticas.
Mons. Ignacio Orbegozo era muy amigo de Mons. José Arana Barruete, obispo Prelado de Chota, un hombre piadoso y santo que también está en proceso de beatificación. Mons. Arana enviaba a sus seminaristas al Seminario Mayor de Chiclayo. Es una tradición que continúa hasta ahora.
La devoción a San Josemaría creció en toda la diócesis de Chiclayo y por lo tanto en la población. En la catedral y en algunas parroquias está su imagen y muchos acuden a rezarle. El año 1997 el Papa nombra a Mons. Jesús Moliné Labartra, obispo coadjutor de Chiclayo y al año siguiente le sucede a Mons. Orbegozo que había cumplido 75 años de edad. Mons. Jesús Moliné pertenece a la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz y continuó la labor que le había dejado su predecesor.
El instituto pedagógico se convirtió en la Universidad Santo Toribio de Mogrovejo y el colegio de aplicación pasó a un terreno más amplio y allí se construyó el Colegio Santo Toribio, que pertenece a la diócesis.
El año 2014 Mons. Moliné cumple 75 años y el Papa acepta su renuncia y nombra obispo de Chiclayo a Mons. Robert Prevost.
El nombramiento de Mons. Prevost como obispo de Chiclayo sorprendió a todos y creo que más a él por lo que ha contado.
La única relación que tuvo con el Perú fue cuando fue enviado como misionero a Chulucanas en Piura, cuando estaba recién ordenado, luego tuvo una temporada trabajando en Trujillo y después lo nombraron superior de los Agustinos en Roma. Sorprendió también porque era natural de Chicago en USA y en Chiclayo no lo conocían.
Mons. Prevost llegó a Chiclayo el 2014. A su llegada les dijo a los sacerdotes que la Iglesia iniciaba una nueva etapa con la sinodalidad y de acuerdo a las directrices del Papa Francisco había que salir a las periferias y caminar juntos con todos.
Los sacerdotes escucharon atentos y luego le contaron lo que se había hecho en la diócesis de Chiclayo.
Mons. Prevost empezó a recorrer su diócesis y a conocer personalmente a cada uno de los sacerdotes.
Estuvo varias veces en el seminario mayor, en el colegio Santo Toribio y en la Universidad y vio que la diócesis de Chiclayo estaba muy bien estructurada.
En poco tiempo se hizo amigo de los sacerdotes y no los dejaba de visitar en sus parroquias.
Mi trato personal con Mons. Prevost
Tuve la oportunidad de estar con él en varias oportunidades, en los retiros mensuales, que eran en el Santuario de la Virgen de la paz, en las reuniones del clero, que eran en el seminario mayor, cada vez se trataba un tema, rezábamos la hora media y al final degustábamos de un aperitivo que era preparado por alguna parroquia. Las parroquias se turnaban y hasta competían, para preparar esos aperitivos y allí compartíamos todos con él. En otras ocasiones almorzábamos juntos, el día de su cumpleaños, o en el cumpleaños de algún sacerdote. Él siempre asistía.
Personalmente he conversado con él varias veces. Cuando mi promoción del colegio cumplió 50 años, escribí un libro de recuerdos y se lo envié a Mons. Prevost. Me dijo que lo había leído y que se detuvo cuando mencioné, en uno de los capítulos, a los automóviles americanos, que eran los que circulaban en Lima en los años 60, cuando yo estaba en el colegio. Le conté que yo aprendí a manejar en un Chevrolet Biscayne, y él me dijo que conocía ese modelo. Rápidamente me di cuenta que era un experto piloto que conocía las marcas y modelos de los carros. Efectivamente, le vi muchas veces viajar a Lima conduciendo su propio auto.
Estuve también con él cuando nos visitaba al colegio Algarrobos, en esas ocasiones se quedaba a desayunar con nosotros y en los aniversarios del colegio y en la fiesta de San Josemaría concelebrábamos con él en la catedral. Sus homilías eran claras, precisas y resaltando mucho la unidad que todos debemos tener en la Iglesia.
Mons. Prevost se encontró una diócesis donde se vivía la unidad con el obispo y la fraternidad con los sacerdotes y un pueblo muy unido a la Iglesia. Es lo que ahora recuerda con tanto cariño el Papa León XIX cuando manda saludos a su querida Chiclayo.
Un pensamiento que se va aclarando cada día más
Me atrevo a comentar algo, que lo he expresado de distintas maneras en algunos artículos que he escrito cuando Mons. Prevost fue nombrado Papa.
Conforme pasa el tiempo pienso que mi cabeza va descubriendo, con más claridad, cómo actúa el Espíritu Santo en esta historia que nos toca comentar.
Desde hace unos años estoy en el proyecto de realizar un largo metraje sobre la vida de Santo Toribio de Mogrovejo, a iniciativa del Papa Benedicto XVI que le dijo al arzobispo de Lima: ¿por qué no haces algo para que se conozca a Santo Toribio? El arzobispo me pasó la posta a mí, y empezamos a movernos por todas partes. Ahora el proyecto lo tiene la productora española Goya, el guion está listo y hemos empezado la etapa de la financiación. Quisiéramos que la película salga en un par de años cuando se cumplan 300 años de la canonización de Santo Toribio.
Este proyecto me ayudó mucho a conocer bien la vida de Santo Toribio y he visto que las situaciones de esa época, salvando las distancias, son semejantes a las actuales: abunda la corrupción, se cometen abusos y penosas injusticias, existe en muchos países una ignorancia religiosa que es preocupante y por lo tanto se requiere, con urgencia, una nueva evangelización.
Proyectos de hermanamientos
Estuve en Madrid y en Valladolid para presentar el proyecto de la película de Santo Toribio. Tuve la oportunidad de conversar con muchas personas, de distintas instituciones católicas, que me decían que la vida de Santo Toribio caía como “anillo al dedo” en los momentos actuales. Me decían que tenían el proyecto de volver a hermanar España con Hispanoamérica y que habían elaborado un documental “Hispanoamérica” que tuvo bastante éxito en España y en los países latinos. Ahora queremos, decían ellos, borrar las “leyendas negras” que se han tejido a lo largo de la historia, manchando la evangelización que se hizo en aquellos tiempos y la vida de los santos, como la de Santo Toribio.
Me impresiona mucho la elección del Papa León XIV, que ha sido el gran canciller de la Universidad Santo Toribio de Mogrovejo y que además fue premiado con la medalla de Santo Toribio por la conferencia episcopal peruana.
Todo Chiclayo está feliz por ese nombramiento. Debo añadir que hemos logrado, el mes pasado, la relación para el hermanamiento entre Mayorga (en España) donde nació Santo Toribio y Zaña (en Lambayeque, Perú), donde murió Santo Toribio. Además, varias universidades peruanas están diseñando “el camino de Santo Toribio”
Quiero añadir algo que me parece importante, la similitud entre la personalidad de Santo Toribio y el Papa León XIV. Ambos misioneros, piadosos, abnegados y sobrios, de pocas palabras, pero de homilías profundas, de una inteligencia prodigiosa y de mucha acción para llegar a evangelizar hasta el último caserío, aunque quede en un lugar inaccesible, como suele ocurrir en los Andes peruanos.
Hace unos días le envié al secretario del Santo Padre el video de presentación del proyecto de la película de Santo Toribio, el Papa lo vio y nos mandó decir que contáramos con el apoyo de sus oraciones para que se realice pronto este proyecto que hará un bien muy grande a muchísimas almas.
Se podría decir que el Papa León XIV, es el Papa de la unidad que la Iglesia necesita en estos momentos difíciles. Nos toca rezar mucho por Él y estar unidos a sus intenciones y rezar también por los procesos de canonización de los obispos Chiclayanos que lograron hacer de Chiclayo un pueblo fiel a la Iglesia y de un cariño grande al Romano Pontífice.