No me llama la atención que los que se creen presidenciables y a la vez, seguros presidentes elegidos, se vean con su banda cruzada en el pecho y su bastoncito dorado en la mano, erguidos caminando hacia el Congreso de la República para juramentar por algo que jamás respetarán, que jamás cumplirán. ¿Y porqué pienso así hasta el momento, de toda esa sarta de sinvergüenzas e hipócritas que se lanzan a sí mismos como los héroes que van a salvar al Perú de lo que ellos han provocado? Como dicen Margarita Ríos y Kathy Santillán en nuestras páginas “si son lo mismo de siempre, si son los culpables de siempre, no hay novedad en el desastre anunciado y en las consecuencias que van a producir”. Esa es la dura realidad que tenemos como antecedente, presente y herencia si seguimos en lo mismo de siempre, con los mismos de siempre.
Viene entonces la pregunta, ¿Pero acaso no hay varios que nunca han estado en partidos, ni en política? Miren ustedes, ni uno solo ha dejado de estar en política, rodeando la política, aspirando de la política, arrodillado en la política y para eso no se necesitan partidos, porque no los hay. En estos tiempos se compran espacios electorales en partidos de fachada, pura carcaza, pura máscara de lo que debería ser una institución política y no un burdel a la mano de facinerosos y estafadores que ansían robarle más al país, bajo el título de “gobernar”.
¿No habrá alguna excepción en tu afirmación? me preguntan en la universidad de Cajamarca, adonde acabo de estar compartiendo buenas conversaciones con decenas de estudiantes. Claro que sí -les respondo-, no todo lo que nos quiere matar es veneno, también hay contaminantes, también existen las dosis no letales a gotas diarias, también se encuentran fuera de la asquerosidad los espacios de resistencia y combate, los hay, no cuesta mucho identificarlos, están sobreviviendo a la “política esa, tan asquerosa, de la que les hablo”.
Amigos y no amigos, estamos a merced del partido político más dañino en la historia del Perú: los medios de la incomunicación. Para resistir y derrotarlos, porque esa es nuestra obligación, tenemos los medios virtuales, pero nos falta más agresividad y constancia, secuencia y frecuencia, cada uno en sus principios, cada quien en valores que son propios, todos siempre sembrando las virtudes que acompañen la recomposición institucional del Perú, que ya no aguanta tanto, aunque no parezca.
Recuerden cuando vean “a esos candidatos de todas las soluciones” que no han presentado ni una sola iniciativa de gobierno nacional a menos de un año de las elecciones: no informan ni educan a la ciudadanía porque no les interesa el presente ni el futuro, sino el bolsillo de sus delitos y seguir engañando para robar más y mentir más.