A mí no me apena que las izquierdas desaparezcan, se arruinen o se extingan, al contrario, me produce un sentimiento de inmensa alegría, porque el daño de las izquierdas, de todas sin excepción, porque no hay ni una sola izquierda perdonable (caviares, progres, amobladas, cavernarias, subversivas, las panfleteras, colectivizadas y las de operadores de medios, mercantilistas oenegeras, marxistas, usureras y vomitivas, maoístas, senderistas y martacas, ambientalistas que contaminan, seudo revolucionarias, socialistas de café elitista, terroristas y de nuevo género, autopercibidas de nueva democracia y muchas más que son cada día de menos protagonismo) resultan una horda despreciable de gentes arrimadas sobre la pobreza ajena, sobre la angustia extraña y la desesperación que usan -les roban momentáneamente- para usarlos, insisto, como un gancho y desencadenante hacia el poder que nunca van a dejar, como lo que quieren someter, desprestigiar y extinguir: la democracia y la libertad.
No es difícil señalar la porquería intelectual, la deshonestidad intelectual, el menosprecio moral que nace, crece y se reproduce en las izquierdas. Ya lo decía una extraordinaria periodista al afirmar que “no es peyorativo definir a las izquierdas del odio, como lo que son”, el mayor daño a la humanidad en su conjunto. Y está probado, y está señalado en hechos que la historia ha tenido que narrarlos, porque al ocultarse por décadas, se permitió que la semilla del odio germine gracias al resentimiento y la manipulación de la verdad.
Estamos amigos y no amigos, ante la secuencia de la extinción del marxismo leninismo y todas sus derivaciones ideológicas, como el maoísmo, castrismo, pensamiento albanés y por supuesto, el pensamiento Gonzalo, aquella máscara de un inexistente proletariado como clase dirigente, que ocasionó cerca de cien mil muertes en el país y muy pocos lo dicen. Hoy sus herederos del mismo pensamiento agresivo y violento se siguen peleando entre sí y quieren “reunificarse” inventando escenarios de protesta por lo que sea, donde sea y cuando sea, para usarlos en forma de “trampolín de masas” o desencadenante que una el grito y el puño de las masas ideologizadas. Por eso, frente a ello debemos estar más alertas, porque han querido un #Merinazo.2 y no les funcionó, quieren una Toma de Lima en su versión número 32, pero no tienen la fuerza para construir un mensaje de conjunción y unidad; van a intentar acciones de violencia mayor y discursos más encendidos buscando respuestas más violentas para así nuclear a los divididos y formar el frente amplio -con los caviares- que nunca les ha funcionado porque se pelean por dinero sucio que proviene de cárteles del narcotráfico, la minería ilegal, grupos de manejo de rutas de transporte público y muchas otras fuentes de lavado de activos.
La izquierda del odio es una formación política multi dividida y en cada una de sus partes hay más división, por dinero, no por liderazgos (no los tiene), no por dirigencias (no las promueve), no por doctrina sino por ideología de la perversión y la inutilidad humana que se fundamenta en la violencia irracional, el resentimiento constante y la envidia absoluta frente al éxito de las personas que quieren al país y a sus familias. Que la desdicha de unos ha contagiado a todos, es una excusa. Las miserias y complejos de los que hablan en nombre de las izquierdas, es la evidencia de su desgracia actual y el nombre que se han ganado en el mundo: izquierda del odio.
El mayor daño que se ha auto infringido la izquierda “natural”, o sea la marxista leninista, comunista y socialista, que fueron protagónicas en algún momento, ha sido la presencia de los caviares y progres, la enfermedad de los sobrevalorados académicos de “la nueva izquierda” y enquistados mini caudillos que se eternizaron en cúpulas llenas de soberbia y vanidad, clanes de traición y deslealtad, sombras de la democracia y lodazales de hipocresía.
Hoy estamos ante un devenir histórico, necesario, urgente, contundente: la extinción del mal y la rehabilitación de la política desde el pueblo y para el pueblo. No hay sitio para el odio, no hay lugar para la izquierda.
Imagen, en redes sociales, “Soledad” a Adrián Álvarez
