La actividad política es intensa cuando vamos avanzando hacia la fecha del Día del Voto, es decir, cuando como ciudadanos tenemos y debemos de ir obligatoriamente a elegir al nuevo presidente, que no viene solo, sino en paquete de plancha presidencial, porque se vota por los de la plancha y no solamente por el rostro que desea ser presidente del Perú.
Eso, hay que tenerlo muy claro siempre, para evitarnos después “el asombro” que Dina Boluarte, era la que reemplazaba o seguía en el orden sucesorio a Pedro Castillo si éste renunciaba o era vacado, tal y como ocurrió con PPK y la aparición de Vizcarra y otros de esa historia tan enredada y conflictiva, que no se limita solo a la plancha presidencial repito, sino a la secuencia del debido proceso constitucional que se deriva y por la cual, el que sea Presidente del Congreso, en caso muera, renuncie o sea vacado el Presidente de la República, y no haya secuencia de su plancha (se va el Presidente, asume el primer vicepresidente, luego el segundo y no queda nadie) asume el cargo el congresista que es titular del parlamento y si en ese momento está alguien de dudosa integridad, volvemos a la misma crisis política (hay que sacarlo, concertar reemplazo y tal vez, asuma otro peor a ese, como siempre ocurre).
Entonces, no es que hay que saber elegir bien al presidente, sino a su plancha y aún más importante, a los congresistas que ahora serán de dos Cámaras, de Senadores y de Diputados. Se trata de activarnos en actitud ciudadana para elegir bien y no botar el voto para que asuman los impresentables de siempre, porque nos convertimos -otra vez- en los culpables de siempre (al no elegir bien o peor aún, al no ir a votar).
Hoy en día vemos que adicionalmente a este drama histórico, se cocina en los partidos que se conocen y en los desconocidos, menudos “arreglos” para evitar la elección interna en democracia (un militante, un voto). Y eso sucede simplemente porque NO tienen militantes, sino dueños de espacios en regiones o provincias, entre los que negocian el ingreso o la salida de candidatos digamos… “prepago y postpago”. Pagas más, está en la lista; otro paga un poco más después, te sacan de la lista y te dan un tiempito para superar la oferta que ya se hizo efectiva. Ojo que no es que te sacan y te devuelven el pago, así no es la estafa completa. Si perdiste tu espacio antes de ser oficializado, no hay reembolso.
En hechos concretos, en el nivel “presidencial” hay quienes ya se anuncian como pre candidatos y quieren -para asegurarse que serán “ellos” y no otros- elecciones por delegados y no por militantes; quieren que los elijan los diez del cogollo del dueño del partido y no los veinte o treinta mil afiliados o más, que firmaron los padrones de inscripción ante el Jurado Nacional de Elecciones y que se supone “existen” y activan ideas, propuestas y más militancia (si es que es en realidad una organización y no una máscara de organización política).
Por eso se da en estos días lo que colocamos en el título de esta columna: las peleas internas de los que aterrizan en casa ajena… para ser “candidatos presidenciables”. ¿No me crees?
Revisa cuántos partidos no van a tener elecciones internas con la norma “un militante, un voto” y te asombrarás. En cambio, revisa también los partidos políticos que harán “elecciones por delegados” y comprobarás que son casi todos, porque NO existen partidos nacionales en el Perú, porque no hay militancia activa respetada, porque no hay liderazgos políticos institucionalizados, porque ser dirigente en un partido es un desprestigio y ser sujeto de no credibilidad. Y en honor a la verdad, las excepciones no marcan la diferencia, sino que permiten que haya más cuevas de piratas, que casas de formación y educación para la participación y representación política.
La misión por ello es: rehabilitar la política. Inmensa tarea.
