No, no es una generalización, se trata de la dura, triste y angustiante realidad peruana, de un mal ejemplo que crece sostenidamente, contrario a lo que necesitamos y urgimos, se trata de una manera en que algunos miran de costado, no porque sientan vergüenza, sino porque quisieran estar donde otros “ocupan su lugar” y les da asco ver lo que hay -en vez de ellos- en la escena política nacional, como las posibilidades perdidas de seguir hundiendo al país. Y es que les dejaron el espacio o se sintieron que no eran capaces de dar la pelea, díganme lo contrario y lo podemos discutir. Es la sensación de “yo era el indicado para el mal, pero uno peor está allí”.
Hay muchos “non plus ultra” en el Perú, muchos dioses vengativos para tan poco Olimpo de peleas (yo creo que muchos diablos para tanto cielo y universo) y seguimos superando lo mismo de siempre, para estar peor, como siempre, pero peor. En la bronca de maldades, los oportunistas se decepcionan de sus vencedores, porque no se ven superados por alguien mejor, sino por quien es peor (no se dan cuenta que sus competencias los arruinan y terminan siendo derrotados por quien lo hará pésimo y ellos, simplemente lo harían mal).
Miremos algunos casos: el denominado partido Morado tiene dentro de sí, varios grupos con gente advenediza que ha emigrado de otras tiendas políticas donde no eran nada o casi nada, pero como no veían su futuro como algo productivo para sus economías -quizás diría “bolsillos”, pero mejor no-, sea por la competencia interna, sea por sus enormes limitaciones y pocas capacidades personales, sea por su carencia de carisma y simpatía, sea por lo que fuera “que les impedía ser”, renunciaron y se mudaron e instalaron en ese partido, quizás más chico o por lo menos, con reducida capacidad funcional en sus dirigentes y organización, con carencia de liderazgos y algún nombre “usable”, desde donde podrían ser los nuevos líderes del nuevo rostro y por eso, a Francisco Sagasti lo aburrieron y apartaron del protagonismo y se colocaron como nuevos dueños los que ya sabemos “quiénes son”: un tal Arce de la extrema izquierda, un tal Guevara del atomizado partido “de los niños” y además, otros peores.
Lo mismo con Avanza país, que permitió el aterrizaje de un inestable conductor de televisión y un entusiasta “hoy estoy aquí, mañana estoy allá”, siendo ambos, ciudadanos que no eran militantes de tiempo y trayectoria, ni eran simpatizantes del partido, es decir, que no eran afiliados activos, tampoco dirigentes, sino personas dispuestas al cargo que “cayeron de sorpresa y fueron tan bien recibidos” que les dieron esa opción milagrosa. ¿No es así?
Podríamos afirmar que el partido no los buscó, sino que ellos buscaron donde aterrizar, en un extraño fenómeno político al que podemos ponerlo en paralelo con el fútbol: “como no me contrata nadie, buscaré un equipo bien chico y me ofrezco con un estímulo interesante a la dirigencia y si la suerte lo permite, crearé expectativa”. ¿El resultado? Escándalo, negación de la lucha democrática interna y menos ejemplo. ¿A razón de qué tanta angustia por no ser el elegido del partido, tanto en uno como en el otro? ¿Lo invertido o lo ofrecido?
Ahora veamos al deslucido Partido Popular Cristiano, que teniendo a Javier Gonzáles-Olaechea, Fernando Cillóniz y Oscar Valdéz como precandidatos que sumaban una interesante opción de empuje con fuerza en Ica, Tacna y Lima, se convirtió en vientre de alquiler al colocar a un militar -velasquista- como candidato a la presidencia. El partido de Luis Bedoya, Mario Polar, Ernesto Alayza, Roberto Ramírez del Villar, Felipe Osterling, rematado por su propia descendencia a un impresentable que fue ministro de Toledo, cercano de Humala, congresista de Acuña y no sabemos qué más tendrá oculto.
Cerremos con el partido Primero la Gente del ex dirigente y ex candidato a la alcaldía de Barranco del partido aprista, Miguel del Castillo, quien organizó dicha agrupación con ex dirigentes del diminuto partido Morado y disputa ahora con Marisol Pérez Tello, la ex militante del PPC y ex militante del partido Lo Justo -que no logró conseguir las firmas suficientes-, la posible candidatura a la presidencia, sin antes haber aclarado la acusación de firmas falsas que presentó su partido, para inscribirse irregularmente ante el organismo electoral. La Pérez Tello había declinado el año pasado en favor de Alfonso López Chau cuando estaban por oficializar una coalición, pero al no ponerse de acuerdo e ir su ídolo por otro grupo de extrema izquierda, recalculó sus intenciones electoreras, otra vez.
Como ustedes pueden deducir -o si no, pueden pensar diferente, de eso se trata la Libertad de Opinión-, elegir a un Presidente es un tema muy complicado porque lo que nos muestran las evidencias y las informaciones que se van haciendo de conocimiento público, es a muchos interesados en conquistar el poder para ejercer presión y lograr sus intereses personales o de grupo. No vemos por ello, hasta el momento, ningún Plan de Gobierno, ni siquiera una Agenda Nacional de Trabajo, ni equipos mínimos de expertos que nos inspiren dar un voto de confianza o de esperanza en la posibilidad de encontrar certeza y sensatez en las promesas que nos hacen los supuestos “ángeles de bondad, nacidos para servir al pueblo”.
Casi 40, peor que la temperatura más extrema del Perú y eso sólo es el principio. Esperen a escuchar a los dos mil quinientos veinte candidatos al Congreso de la República, cuando pasen por sus casas, por sus calles y sus redes sociales, por sus trabajos y universidades, pidiendo el importantísimo Voto de tu conciencia, de tu bolsillo o de tu odio. ¿Cuál será?
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