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Aquí en Río de Janeiro nadie se siente menos que otro, al contrario, las alegrías son un idioma común, el sentirse libres y respirar otros aires se percibe cercano al saberse que más de cincuenta millones de ciudadanos expresaron en el voto por el Presidente Bolsonaro, lo que sus familias querían: nunca más socialismo, nunca más el Partido de los supuestos “trabajadores”, esa oscura y tenebrosa mafia que por décadas ha vivido en la oposición primero y desde el gobierno luego, robando esperanzas y maltratando el futuro de los jóvenes y las mujeres, hundiendo a los ancianos y jubilados en la miseria y estancando a Brasil como potencia latinoamericana.
Aquí en Río de Janeiro, rodeado de cientos de periodistas de cadenas hispanas y de medios contrarios al discurso del Presidente Bolsonaro, les preguntamos a esos admiradores del socialismo del siglo XXI, qué parte del Plan de Gobierno de Bolsonaro era lo que más les daba temor o producía mayores críticas….simplemente no lo habían leído, porque repetían frases inconsistentes y fuera de lugar.
Esos periodistas de izquierda caviar, hospedados en los hoteles más lujosos, hablaban antes del resultado final que la derecha era lo peor del mundo, que los conservadores serían rechazados por el pueblo, que una guerra civil vendría con el triunfo de Bolsonaro. Pero fue al revés, para beneplácito de un gran país.
No es la primera vez que estoy en Río de Janeiro, caminando tranquilo en las favelas, con decenas de jóvenes compartiendo la mesa, una o varias cervezas y un buen cigarro mientras la música nos dice en su letra que “nadie está fuera, sólo los que se van a ir”.
Y es que el discurso y la prédica del Presidente Bolsonaro son elocuentes. Va a trabajar para generar oportunidades; va a gobernar para devolverle al pueblo las esperanzas hechas realidades.
Reconvertir al Brasil en un gigante que apoye a sus vecinos y amigos a recuperar también los caminos de la Libertad, es la misión. Ese es el temor rojo, ultraizquierdista y subversivo que en Venezuela, Cuba y Nicaragua, también en el “foro” de Sao Paulo se siente a pasos agigantados. Lo mismo en los restos de los partidos comunistas llamados ahora “Frente Amplio” en Chile, Perú y algunas otras naciones que todavía no logran sacudirse de la miseria política que ha vivido sostenida por la corrupción, Lava Jato, Odebrecht, Petrobras, Camargo Correa…los financistas de Lula y sus secuaces.
Jair Bolsonaro, es el Presidente de los pobres que no viven en el resentimiento o la eterna beneficencia, sino en las aspiraciones reales y luchan por lograrlas estudiando, trabajando y siendo honestos; es el Presidente de las clases medias y los emprendedores que quieren Orden y Progreso para darle un gran impulso a sus familias y su nación.
Eso y más, es lo que le asusta a los medios que han vivido de los impuestos y siempre han sido cómodos aliados del poder, recibiendo dineros del pueblo y favores del gobierno, inaugurando con Lula y luego afirmando con Dilma, que “robar es parte de la vida o la vida se ha hecho para robar”.
Aquí en Río, vive un Presidente igual para todos, que tiene Fe y es patriota, por eso tiene a Dios por encima de todo, a Brasil por encima de todos.