“Este mes viene cargado de frases y acomodos como nunca antes se había visto en la historia del periodismo, en una suerte de gritos angustiosos y susurros metalizados que van de extremo a extremo. Es la consecuencia de haber vivido y seguir viviendo del Estado en una forma u otra, directa o indirectamente dirigiendo, conduciendo o apareciendo en programas de radio o televisión, escribiendo en algunos medios o promoviendo intereses desde fuera, para que se acomoden al gusto del cliente las noticias y la nueva verdad, esa que se cree manipulará las conciencias de las gentes”
“Prácticamente lo peor de la política y lo peor del periodismo se han hecho cargo de destruir la credibilidad en ellos mismos. No se trata ahora de señalar a alguien en especial – los conocemos- por su estrechez en el diálogo o su expansión en la cobranza. Ya lo hicieron y lo siguen haciendo ellos y ellas –como les gusta que les digan-; son incansables frente al billete, llenos de soberbia frente al opuesto, mal humor ante la crítica y peor si es una sugerencia y poseen un discurso agobiante que se repite con letanías por doquier. Son el rostro de la carátula, del afiche, del banner, que ahora nadie observa, ni admira, ni señala positivamente”
“En otra realidad, las redes sociales nos enseñan que la tolerancia no es precisamente una característica -hay resistencia momentánea y en pocos duradera- pero, vemos que existe una gran oportunidad para identificar a los agresores rentados por los gobiernos y también -qué misterio nos dice lo contrario- a varios medios de comunicación que sacan una alucinada y espectacular nota a favor de su orden de servicio y ante cualquier crítica u oposición, sueltan los perros furiosos de la rabia gubernamental para responder, mejor dicho, para insultar al ciudadano, a la señora que se molestó por lo dicho, al estudiante que no les cree nada, al obrero que ríe de la mentira, al maestro que duda que un ciudadano escriba tanto odio. Por ejemplo, entre las diez de la mañana y las dos la tarde, luego entre las seis y las once de la noche, la infantería troll es sumamente agresiva para lanzar sus insultos y ofensas, desviar el sentido de la opinión, increpar pidiendo por pura burla datos o argumentos una y otra vez, calificando, acusando… ¿a una opinión?”
“Así, en un rápido ejercicio de verificación de los perfiles, vemos que se trata de personas inventadas y con un discurso prácticamente escrito por una sola mano, distribuido para muchas otras. Entonces, frente a esas oleadas de barro, simplemente no se les responde, se les silencia o se les bloquea. Excepcionalmente, para dejar una señal de advertencia, se puede responder lo que uno piensa que debe decirse, pero jamás lo que te exigen que les digas, lo que esas máquinas rentadas quieren que saques de tí, molesto, indignado, para que ellos cobren por hacerte pasar un mal rato. No lo permitas, no debemos gastar energías en fantasmas, tampoco en fanáticos, ni de la redes, ni de la prensa, ni de la política, menos del gobierno”
“Me imagino la vergüenza de esos asalariados del crimen político, peor aún la de los que alaban y rinden culto a su nuevo prócer, ese que se hace llamar el presidente de la crisis, pero de la crisis moral, de la crisis financiera, de la crisis de valores e irrespeto a nuestras instituciones. A ese, que lo alabe su jauría, no la ciudadanía”