Ricardo Escudero #MinutoDigital Perú.- Estoy leyendo a Lisa Lerer del New York Times y me doy con la sorpresa nuevamente, de las similitudes de un presidente desesperado, en un lugar privilegiado del mundo, con otro también desesperado, en una tierra hermosa y llena de privilegios, pero ambos, con rostros adustos frente a los opositores de su desorden mental.
Adustos y con sonrisa fingida, se ven perturbados por sus propios aliados, más que por las amenazas de la calle o el grito de protesta que sigue creciendo.
El primer caso, ya lo trataremos, o mejor lean a Lisa en el New York Times o vía twitter @llerer y luego emitan su opinión, ella les responderá si desean, tiene buen temple y es respetuosa de los discrepantes.
El segundo caso es el que nos convoca hoy y nos preocupará mañana y los siguientes días: se trata de Martín Vizcarra, ocasional presidente, pero absolutamente responsable de todo lo precedente a él también, porque para vicepresidente no cayó del cielo, sino que aceptó esa función a sabiendas, perfectamente, que cualquier día podría reemplazar al presidente. Así que eso de “recién tengo responsabilidades gubernamentales” no funciona, es mentira y no es excusa en ningún tribunal.
¿Qué está sucediendo en el Perú? Un gobierno a la deriva, sin liderazgo, ausente de identidad con los ciudadanos, se enfrascó en la soberbia, las encuestas, la manipulación mediática y el compromiso con sectores mercantilistas de un empresariado voluble (por eso son mercantilistas), se involucró con intermediarios financieros comprometidos en temas de corrupción o relacionados con esos quehaceres mundanos, con dirigentes políticos de partidos inestables que han cambiado de nombre cada cierto tiempo y finalmente, con la alianza más tenebrosa que se podía esperar desde el poder, con los grupos que predican la presencia del Foro de Sao Paulo y ahora el Grupo de Puebla y todo lo que ello significa.
¿Es una conspiración? No, es un intento de revolución confortable, caviar, de altos salarios desde el Gobierno para la burocracia fiel -vaya si son estúpidos-, una especie de argolla que intenta poner presidentes como la secuencia de la fila de fabricación de juguetes en serie, pero con rostros maquillados para cada etapa. Los titiriteros son mediocres al servicio de algunos capitales tradicionales, ahora reconvertidos ideológicamente: medios de comunicación progres, encuestadoras inculcando ideas progres, ONGs progres y así sucesivamente.
¿Y qué es lo que están haciendo hoy? Peleando por el vil metal, billete que se va a otras manos, las de sus propios socios que no les quieren compartir las ganancias irregulares del dinero público.
¿Qué sectores son los que ellos buscan con mayor desesperación de apropiación? Salud y Educación por encima de todo. En esos dos ministerios, la manipulación y el proselitismo juegan en pared. Se trata de presupuestos enormes, con poca auditoría, mínimo control y grandes gastos, constantes gastos, además de tener la posibilidad de contar con una mayor planilla de contratos, casi ilimitados.
Miremos un ejemplo en esta novela a publicarse pronto bajo el título “Todos pueden ser como el Che, unas mierdas”:
“Ceci es nombrada Ministra, no sabemos porqué pero tenía su presencia, estudios, contactos, buena gente, algo calladita, trabajadora, con sus limitaciones por supuesto. Una oportunidad interesante. Ella convoca a un viejo amigo para asesorarle; éste ya tenía la experiencia de haber trajinado en el sector. En realidad toda la vida se aprovechó de sus contactos y padrinos y nunca trabajó como Médico, en una Posta, en un Hospital, con los pobres, con los necesitados. Es un asesor de recorrido en escritorios, nada más. Ceci nota al cabo de unos meses que su amigo anda por allí criticando, hablando mal de ella. Lo llama y por supuesto que éste niega todo, filtra fotos de un fin de semana compartido y en su angustia al verse descubierto habla con el primer ministro, que es su socio político de una izquierda extremista de antaño y acuerdan mover hilos para que caiga la ministra. Y así fue, caída ésta, Victor -pongamos ese nombre ahora- es alucinado por el Presidente como el salvador, el genio epidemiológico para el mundo… un pobre diablo. Pero, Víctor se las sabe todas antes de ser ampayado y llama a su pataza Falsid, viejo trotskista de gustos exquisitos y sueldos más exquisitos aún y éste llama a su vez a la gente del barrio rojo: la ‘perspectiva’ en pleno. Adueñados del ministerio, ya imaginarán. Bueno, el gran problema de los rojos-progre-caviares es la incompetencia y son descubiertos al poco tiempo: maquillan, cambian, esconden cifras, resultados y dineros. Además, las tontas directivas emanadas del ministerio son tan erradas que Víctor, enterado que Falsid estaba promocionándose como un estadístico de la salud, quería reemplazarlo -cuchillos entre rojos extremistas-, lo retira del ministerio y le echa previamente toda la culpa, volviendo al enredo de desinformar y atacar a cualquier oponente. Pero Falsid es viejo zorrillo, apestoso, va a Palacio y conspira contra su ex jefe luego de ser despedido y además, suma más a su campaña al convencer al primer ministro coche bomba de lo mismo. Entonces, el miedo se apodera del presidente cuando su primer ministro le dice que Víctor es una estafa, un mentiroso, puro bluff y que Falsid sería el hombre ideal, porque tiene caradura y comportamiento también caradura. Pero el presidente, que ya había sido advertido por Falsid, se hace el que hará caso al consejo de su primer ministro y le da el abrazo y beso de Judas para que ese mismo dia, anuncie los cambios de primer ministro, ministro de salud y otros más. Lo hace, pero comete un grave error: pone en el ministerio a una del equipo de Víctor, digamos que no es taaan progre, ni taaaan caviar, pero si es rojimia de Chacarilla y ella, llama a Falsid nuevamente como asesor pero, por una planilla distinta para no despertar sospechas. Así Falsid comienza a salir en todos los medios -qué casualidad, nuevamente- denunciando a Víctor -no dice su nombre- señalando que las cifras publicadas no son las correctas y que él, amo y señor de las estadísticas truchas, tiene la verdad y sólo la verdad” ¿Qué sigue? No sean sapos, compren el libro.
Bueno pues, leyendo todo esto van entendiendo la escena anunciada: El presidente ha entrado en pánico porque se le viene una multitud de denuncias frente a los más de 40 mil fallecimientos producidos por su insensibilidad y abuso, frente a los cinco millones de peruanos que han perdido sus trabajos por el absurdo confinamiento obligado sin recursos para subsistir, frente a las cien mil víctimas derivadas de los decesos, frente a un millón de PYMES quebradas o totalmente endeudadas y además, frente a millones de niños y jóvenes sin poder estudiar desde sus casas, porque no hay internet ni computadoras para todos.
Este desastroso gobierno, insensible, por inepto y criminal, será denunciado, procesado y sentenciado con todos y cada uno de sus hasta ahora 56 ministros cómplices de la destrucción de nuestra economía, de nuestras vidas, de haber atentado contra nuestras familias y estabilidad personal. Y no escaparán algunos predecesores con sus viceministros, sobre todo en el sector de prestaciones sociales, allí hay mucho por denunciar y perseguir.
No van a escapar porque el delito es de lesa humanidad, es imprescriptible y perseguible en cualquier nación donde se escondan estos cobardes que han desangrado al Perú y a los peruanos.
Por eso, por eso Vizcarra alista el botón de pánico y ya nadie lo protege como antes, ni El Comercio ni sus satélites, ni sus canales favoritos, ni sus ONG aliadas, ni sus moqueguanos favorecidos. Sólo le resta un buen trago, confesar y someterse a la justicia antes que ella lo persiga en un gobierno democrático y justo, no como el que ahora padecemos y no durará más.
El Perú se reivindicará, pronto, ya verán.