Resulta paradójico que una nación tan fuerte como los Estados Unidos -aparentemente- no tenga en cuenta la proyección de los escenarios que van a sufrir sus ciudadanos en las etapas de la ancianidad, como es sobrepasar los 65 y los 80 años de edad.
Me refiero a que si bien uno puede contar con una pensión para la jubilación, ese aspecto financiero sólo representa el diez por ciento del total de necesidades básicas para las personas que dejan de trabajar y reciben una asignación fruto del pago de un servicio a futuro, sea en un sistema de reparto o en un sistema privado de cuentas individuales de capitalización.
Tener mil soles o diez mil para los gastos habituales o para usarlos como mejor nos parezca, no resuelve temas trascendentales como el que denominamos Infraestructura para la Longevidad.
Por ejemplo, cuántos médicos especialistas en cardiología, endocrinología, neurología, odontología y oftalmología geriátrica se van a necesitar en los siguientes 5, 10, 15, 20, 25, 30 y 50 siguientes años para atender a poblaciones envejecidas que requieren atención de salud constante, o cuántas sillas de ruedas autónomas -que no necesitan alguien que ayude a que avancen-se van a requerir, cuántas camas de hospital o de asilos o albergues -camas anti escaras- deben producirse o comprarse para los hospitales que atenderán poblaciones cada vez más grandes de personas mayores de 65 y 80 años, cuántos sistemas de cremación o cementerios y de qué capacidades, cuántos espacios públicos de uso del tiempo libre, piscinas con aditamentos para ingresar y salir con facilidad y movilidad, qué espacios se deben considerar en las estaciones o paraderos de los sistemas de transporte público…..
No lo sabían en USA, no lo sabemos en el Perú, ni en Chile, ni en ninguna parte por el momento. Eso es lo que llamamos en el Instituto del Ahorro el Proyecto IL o Infraestructura para la Longevidad, asunto que cada día es más sensible entre los que miramos el futuro con angustia o nos vemos apurados por no ser números y cifras vacías de sociedades que abandonarán a sus viejos.
Aquí existen algunas variables a considerar, como quiénes pagarán por los que nunca ahorraron o no fueron prudentes hacia sus necesidades proyectadas.
La respuesta sería los jóvenes, pero cada día hay menos nacimientos a nivel global, cada día se promueve más el aborto, el divorcio, la homosexualidad, el tener pocos hijos y que vengan cuando la edad ya es avanzada para no afectar el desarrollo laboral. Y esto lo decimos sin ser confesionales porque se trata de una realidad mundial.
Hemos puesto el inicio de un tema muy complejo al hablar de Infraestructura para la Longevidad.
En pocos años, en USA la población mayor de 50 años superará al cincuenta por ciento, en Chile igual, en Perú por ahora se acercará al treinta por ciento y subirá rápidamente.
Entonces, se trata de necesidades de Políticas Públicas e iniciativas privadas que deben complementarse, porque de lo contrario, la siguiente pelea nos será la lucha de clases, sino la generacional, donde los más jóvenes castigarán con sus decisiones a los ancianos.
Así de dura es la realidad. Por eso, trabajamos para hacer popular aquello que es bueno para el Perú y los peruanos, una sociedad donde todos -sin excepciones- seamos miembros de una fuerza conjunta por la salud, la educación, el trabajo, las pensiones y la convivencia social con futuro cierto para todos.
El Proyecto IL se está presentando a nivel global y estamos abiertos a considerar contrapartes de un mismo camino, porque la hora se está agotando y los recursos también.
Una fuente invalorable es el ahorro personal, individual. Una fuente agotable e insostenible en el tiempo, es el sistema de reparto y creer que los impuestos surgen como los deseos, eso no es así, los impuestos no pagan pensiones.
Unas preguntas que no se nos escapan… ¿Y cómo ahorrar en medio una pandemia? ¿Cómo pensar en que es posible prever todo esto, si no tenemos gobiernos competentes?
Algunas reflexiones:
“La población mundial tiende a envejecer rápidamente en todo el mundo, a medida que aumenta la esperanza de vida, por lo que el porcentaje de población anciana que vivirá en esas ciudades del futuro o smart cities será bastante elevado. Es importante tener esto en cuenta en el diseño y planificación urbana de las ciudades para procurar que sean amigables con los mayores. De lo contrario, estaríamos ignorando las necesidades de una parte importante de la población”
“La población mundial tiende a envejecer rápidamente en todo el mundo. En 1990, la proporción de población mayor de 60 años en todo el mundo equivalía al 9,2% de la población total. En 2013, la cifra ya era del 11,7% (unos 841 millones de personas) y las Naciones Unidas estiman que para el año 2050, habrá más de 2.000 millones de ancianos en todo el mundo”
“En las ciudades que disponen de las infraestructuras y servicios necesarios para facilitar un envejecimiento activo, los residentes de edad avanzada pueden vivir y trabajar de forma autónoma durante más tiempo. Eso reduce la demanda de prestación de cuidados en sus comunidades y, en general, todas las necesidades y problemas derivados de la dependencia”