Para la mayoría de las personas es tonificante y bello viajar al pasado con la memoria y recordar muchas vivencias y momentos de la infancia. La vida es como un torbellino que nos hace girar poniéndonos capas, como la cebolla, y muchas cosas del pasado quedan en el olvido total.
El objetivo para volver al pasado no está motivado por una huida del presente, ni tampoco por un afán de regresión (querer ser más joven o querer ser niño). No es una motivación psicológica en busca de un equilibrio de la personalidad.
El objetivo principal es reencontrase con los valores que se recibieron para traerlos al presente y agradecer a las personas ejemplares de nuestra familia y de nuestro contorno que nos querían mucho.
Lo que se debe olvidar y lo que es bueno recordar
No todas las personas recuerdan con gratitud el pasado. Algunos no quieren volver hacia atrás porque hubo algo que los traumó o porque hubieron personas que lo maltrataron y le hicieron daño. Recordar podría ser traumático. Yo diría que incluso aquellas personas que vivieron un drama en la infancia, recordarán muchos momentos de reflexión, de deseos de bien, de anhelos de una mejor situación o de ver en otras personas la bondad y el buen trato.
En una famosa película de Jean Cavaziel, “I´m David” un niño que había nacido en el holocausto se escapa con la ayuda de su papá prisionero y al recorrer el mundo fuera del holocausto descubre que hay gente buena y eso le llama mucho la atención porque solo había visto los abusos dentro de ese campo de concentración. Era un niño bueno que salía de un lugar de odios y maltratos. Conectó rápidamente con la gente buena porque descubrió que él era así y no como los malos soldados del campo de exterminio.
Hay muchas personas buenas
En el mundo hay muchas personas buenas y todos podemos encontrarlas en nuestro camino, la Providencia no deja de señalarnos vidas ejemplares que nos motivan a ser mejores cada día. Algunas las tuvimos en el pasado pero las descubrimos en el presente y son un motivo de acción de gracias. Nos hubiera gustado estar más despiertos antes para agradecerles su cariño y ejemplaridad; otras son del presente y procuramos estar atentos para no perdernos la oportunidad de estar cercanos y con muchas ganas de escuchar sus consejos y orientaciones, y el ejemplo de vida que nos dan.
Dios, Nuestro Señor, nos pedirá cuenta de esas personas buenas que hemos conocido. Si hemos sabido corresponder daremos muchas alegrías a Dios y a esas personas que nunca nos han dejado de querer. No hemos venido al mundo para criticar a la gente.
Hemos venido para amar. Cuando los hombres, amparados en la ley, querían lapidar a la mujer cogida en adulterio. Cristo les dice: “el que no tenga pecado que arroje la primera piedra” y todos comenzaron a retirarse. Acto seguido el Señor perdona a la mujer pecadora. Hoy muchos usan la ley para acusar y condenar. Usemos nuestro corazón para amar y perdonaremos a todos. Eso nos hace muy felices y libres.
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