Vayamos a un escenario que se cubre directa o indirectamente desde el poder, el narcotráfico.
No conocemos ninguna operación grande, exitosa, contundente, que haya acabado con tres o cuatro grandes organizaciones de producción y comercialización de estupefacientes y tampoco sabemos si se han capturado, procesado y sentenciado a jefes de cárteles nacionales, como si no los hubiera.
¿Es que vivimos en un mundo ausente del delito o es que se ha silenciado y dejado de lado ese gravísimo territorio negro? No lo sabemos, o lo saben y callan las autoridades.
Fíjense en hechos: miles de niños, adolescentes, jóvenes y personas mayores consumen drogas ilegales y son proveídos a diario sin ninguna limitación, pero en cuarentena, peor los domingos encerrados. Ocasionalmente salen noticias de paqueteros y micro comercializadores capturados que vuelven a las calles. No pasa nada y todo indica que nada pasará.
Millones de dólares están en ese negocio sucio y se calcula que su crecimiento sigue siendo exponencial, comprometiendo autoridades pero sobretodo la vida de nuestros compatriotas. No resulta prioritario cuando los ojos están en otros lados y no nos damos cuenta que la corrupción es la pieza clave del narcotráfico y la impunidad parece contar con el patrocinio del gobierno, así de absurdo es todo esto.
Se han perdido años en la lucha contra el narcotráfico, se han perdido vidas valiosas y seguimos en lo mismo, mirando de costado o suponiendo el compromiso con el delito.
Se lava dinero en minería informal, en transporte de carga y de pasajeros, en obras de construcción y también se especula que en medios de comunicación, qué paradoja.
¿Estaremos condenados a ver morir a más peruanos e instituciones en manos de la droga?