Oficialmente quedan solo once meses para que la gavilla criminal de Martín Vizcarra abandone el mando de la república y para que los múltiples procesos penales se activen sin la cortapisa de la inmunidad presidencial.
Hoy no voy a hacer la lista detallada de casos que van desde los vínculos con el Club de la Construcción hasta la compra del avión fantasma para la PNP. Ni siquiera voy a analizar la caída anualizada del PBI por mal manejo del Covid-19. Pero sí es urgente mencionar la trascendencia de tres incidentes gravísimos, comenzando por el asesinato de 13 jóvenes en una discoteca clandestina en Los Olivos.
Pertenezco a una generación que buscó el orden y el progreso social y que siempre ha exigido el cumplimiento de la leyes; más aún estoy entre quienes critican el paternalismo de las normas referidas a jóvenes con antecedentes penales. Todo eso no justifica el brutalismo, la falta de profesionalidad policíaca y mucho menos, la alianza maldita entre la televisión basura siempre dispuesta a mostrar la humillación humana y hasta incentivar la muerte misma en aras de la noticia.
Y esto es exactamente lo que ha venido haciendo Vizcarra durante este tiempo: a propósito del Covid-19 ha demostrado las carencias más íntimas del sistema de salud peruano y nuestra falta de planificación, mientras en alianza con los medios subvencionados propone mentiras y farsas inverosímiles y luego se molesta cuando se le critica: es, pues, un psicópata que ha perdido la noción moral, entre lo bueno y lo malo.
Hoy, a poco meses de largarse sigue defendiendo el acuerdo entreguista que implicó pagar millones de dólares para conseguir los “codinomes” del caso Odebrecht. No ha llegado nada, nos han estafado y el moqueguano sigue en la defensa de los criminales incluidos los socios de Graña y Montero. ¿Esperará el 27 de julio 2021 para entregarse como felón?
Un tercer caso de psicopatía: al padre de la ministra de Economía, la misma que está mandando al desastre la fianzas peruanas, se la ha demostrado plenamente que ha contratado indebidamente y que por tanto la funcionaria deberá renunciar en el acto. Vizcarra calla en todos los idiomas, ¿Por qué ya no le queda ni un rasgo moral o por que, finalmente en este etapa de salida se siente como el sapo, el rey del lodazal que impera sobre las moscas y las cucarachas, bajo el aplauso de la prensa abyecta?
Nota de Redacción: Hugo Guerra @ugluis es abogado por la Universidad Católica del Perú, periodista por la Universidad nacional mayor de San Marcos, doctorado en Ciencias Políticas por el Instituto Internacional de la Freie Universität de Berlín. Hizo estudios complementarios de Derecho Internacional en la República de China en Taiwan, y de Comercio Internacional en Corea del Sur.
Fue director de la Academia Interamericana de Derecho Internacional, Sub Director periodístico del Diario El Comercio y Vicepresidente para el Perú de la Sociedad interamericana de Prensa.
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