Gran dilema o necesaria pregunta a tanto enfrentamiento, cuando cada quien tiene su lugar y se le debería exigir a cada cual su propia responsabilidad, aunque hoy en día, ambos merecen bastante repulsa y desprecio, lamentablemente, en líneas generales.
Como principio, los elegidos merecen mayor nivel de aprecio, pero en un país como el nuestro, los contratados – los ministros – tienen el control del dinero público, entonces y como ocurre últimamente con fuerza, todos los años, todos los meses, casi todos los días, manejan directa o indirectamente los medios de comunicación y las formas de multiplicar comentarios, noticias o sucesos que van envenenando a los ciudadanos, con el argumento falso que los que no manejan el dinero de los impuestos, es decir los congresistas, simplemente no trabajan y los ministros, ellos sí.
Y en la otra orilla, los congresistas no saben hacer uso de su organización legislativa y de sus canales de representación, no saben elegir el personal adecuado para su trabajo parlamentario y sumado a ello, como congreso, tampoco cuentan con un nivel adecuado para que dicha institución sea vista en la magnitud de su responsabilidad. Entonces, si te rodeas de incompetentes, aumenta tu incompetencia o te contagias por lo menos. Y eso, la ciudadanía lo mira, lo condena, lo rechaza, cómo no.
No existen excepciones, cada Poder del Estado con sus méritos y consagrados deméritos. Estamos hablando de lo general, lo que causa repulsa y cómo se ha construido esa repulsa. Peor aún si una congresista contrata terroristas como su personal, peor aún si una congresista es parte del lavado de activos en una campaña electoral subvencionada con dinero de empresas corruptas, peor aún.
Y sumemos, congresistas que llegan a ser ministros o embajadores y tienen procesos pendientes donde la culpabilidad no es una sospecha, sino evidencia del delito o infracción. Congresistas que dicen haber almorzado cien pollos en un sólo día y presentan la factura como gastos de representación; o aquella parlamentaria que robaba la señal de cable de empresas privadas y las usaba… para dar servicio de cable como si las señales captadas fueran de su propiedad.
Si observan con paciencia, el congreso siempre está con un rechazo abrumador, por su propia culpa, pero además por las maniobras propagandísticas –es propaganda, no publicidad-, que se arman desde el poder ejecutivo y esa mafia o cártel de medios de comunicación que sirve a intereses de empresas poco honestas, para no tener que decir, corruptas y que trafican con la corrupción. Y como el congreso tiene pies de barro y de inmundicia, no le quedan argumentos de defensa.
Si tenemos mayor criterio y observación, los ministros no se quedan atrás en los niveles de corrupción y ganan en el delito como curriculum familiar, pero como tienen manos libres en dinero público, se mueven rápido o compran rápido el silencio, construyen redes de periodistas y “comunicadores”, contratan asesores mañosos, expertos en licitaciones y cuanto fascineroso esté listo para engrosar billeteras en forma irregular, ilegal o por algún invento de nuevas formas de corrupción que legaliza lo ilegal, tipo adendas, proveedores indirectos que pagan cupos, intercambios de puestos de trabajo para familiares y gentes de su entorno…
Entonces, en medio de este drama ajeno a nosotros los ciudadanos, si me dan a escoger entre los ministros o los congresistas, entre los contratados o los elegidos, prefiero quedarme solo y seguir trabajando por mi patria, mi familia y mis hijos, porque de lo contrario puedo pasar de la cólera a la ira, y de la ira al odio y eso, no lo voy a hacer.
Entonces, ¿Hay solución?
Nota de Redacción: Ricardo Escudero, Director de #MinutoDigitalPerú está en twitter como @primerpedal y escribe también en la cuenta @institutoahorro