El mundo Occidental está en una enorme crisis de principios y valores. Esa carencia ha servido como caldo de cultivo para que los globalistas y progres fueran identificados por la Internacional Socialista como elementos ad hoc para unirlos a su causa: imponer el socialismo en el Hemisferio Occidental.
Ese objetivo fue a su vez, identificado por enfermos mentales como George Soros, quien tiene como objetivo primordial la destrucción de la tradición judeo-cristiana para una vez acabada, enriquecerse aún más. Aparenta ser un filántropo que busca justicia social, y lo que hace es minarla hasta dominar los sistemas de administración de justicia con el fin de usarla como herramienta contra sus opositores.
Con su Open Society Foundation financia a todos los políticos de izquierda del hemisferio directa, o indirectamente. Financia a los grupos desestabilizadores que atacan la propiedad privada, a quienes atacan la inversión extranjera e inversión grande nacional, para generar con ello mayor desempleo, mayor caos, emigración (que provoque problemas a Trump), porque en río revuelto hay ganancia de pescadores.
Es así que atacan a la familia, que en América Latina es concebida mayormente por padre, madre e hijos, para debilitarla como núcleo de la sociedad. Es verdad que existen por ejemplo, infinidad de madres solteras, pero eso no significa que no sean mujeres que algo bueno inculcan a sus hijos. Asimismo, somos un continente en el que impera el Cristianismo, sea Católico o Evangélico, además de los Mormones, los Judíos y otros grupos, todos creyentes en algo superior. Por supuesto que hay ateos, y la idea es que haya libertad de culto, para que el que quiere creer crea, y el que no, pues no.
Pero Soros y sus pares atacan la Fe. Hemos leído recientemente cómo han decapitado un Cristo en Miami, quemado iglesias en Nicaragua y atentado contra otros emblemas y representantes de la Fe Cristiana en distintos puntos, igual que en África y Europa.
La culpa de que todo esto prospere la tenemos nosotros, los ciudadanos que lo hemos permitido.
Pregúntese porqué usted ama su país. Quizás como a mí, le enseñaron educación cívica, respeto por sus símbolos patrios, su cultura y su identidad nacional. Si algo podemos aprender de Rusia y China, es eso.
Es así que urge que en las escuelas enseñen a los niños a razonar con lógica, tanto cómo a comer bien. Es necesario que estimulen su creatividad, lo mismo que enseñarles a trabajar en equipo. Les generen conciencia ambiental, e inteligencia emocional. Que aprendan el concepto del ahorro y a cuidar sus finanzas, que el dinero no crece en los árboles ni se imprime como dinero de juguete; lo mismo que el valor de cuidar su identidad de país, de nación.
En la medida en que amemos nuestra familia, cuidemos nuestro ser, alimentemos nuestra alma y nuestra mente, y sintamos amor por nuestros semejantes y nuestra patria, lograremos sacar a nuestros respectivos países adelante.