Un relato interesante recoge las escenas más importantes en la evolución de la fuerza de submarinos. Por eso, aquí hacemos un resumen que seguramente despertará mayor interés por una fuerza especializada que siempre ha dado ejemplo de liderazgo en la Marina de Guerra del Perú:
La marina peruana de postguerra contaba con los viejos cruceros de origen británico Almirante Grau y Coronel Bolognesi, los destructores Almirante Villar y Almirante Guise, y los cuatro submarinos tipo R de fabricación norteamericana. Estos medios habían sido empleados en la guerra con Ecuador y en los años posteriores en la defensa de Talara, pero su poder combativo era bastante limitado.
El tema de la renovación de medios navales siempre resulta complejo por los costos que implica, lo que se torna más agudo en países que atraviesan por periodos de inestabilidad política, como era el caso del Perú de aquellos tiempos.
Lo cierto es que luego de ser derrocado el Presidente José Luis Bustamante y Rivero por el General Manuel A. Odría, en 1948, nuestro país inició una etapa de relativa estabilidad que permitió atender las necesidades de defensa.
Durante los ocho años que gobernó Odría (1948-1956) la Armada recibió un importante impulso, bajo el claro liderazgo del Vicealmirante Roque A. Saldías, Ministro de Marina y un firme convencido del aporte de ese tipo de naves a nuestro poder naval.
Para renovar los submarinos tipo R se recurrió a la misma empresa que los había construido, la Electric Boat, que para entonces constituía una división de la General Dynamics Corporation, empeñada básicamente en llevar adelante el ambicioso programa del submarino nuclear.
Tras consultas al interior del gobierno norteamericano, la firma propuso al gobierno peruano un barco torpedero submarino, diseño 231 EA, correspondiente al a clase Mackerel en la marina norteamericana.
Con ciertas observaciones, los diseños fueron aprobados y el 2 de julio de 1951 se suscribió el contrato por los dos primeros submarinos que fueron denominados Lobo y Tiburón, operación que fue aprobada por la Ley 11612 del 14 de setiembre de 1951 y por la Resolución Suprema 944 del 8 de noviembre de ese año.
Otras dos leyes asignaron fondos para la construcción de buques tanque en el Servició Industrial de la Marina y para la construcción de bases y estaciones navales. Cabe señalar que los submarinos peruanos fueron los únicos que los Estados Unidos construyeron para otro país después de la Segunda Guerra Mundial.
Los submarinos contratados tenían 74 metros de eslora y 6.7 de manga, un casco de presión de 4.2metros de diámetro y un desplazamiento en superficie de 838 toneladas, que aumentaba a l,422 en inmersión.
Cada submarino fue dotado de cuatro tubos lanzadores de 533 milímetros en proa y dos en popa, además de un cañón de 5″ y 25 calibres en popa, el cual debía ser adquirido a la marina norteamericana y provisto al fabricante.
La marina norteamericana también debía proporcionar un radar SS2a, sonares BQA-1a, snorkel, equipos de control de tiro (Torpedo Data Computer Mk3mod. 5) y periscopios. La planta de ingeniería contaría con dos motores diesel General Motors 12-278A, de simple acción, dos ciclos, no reversibles, y dos motores eléctricos con una potencia máxima de 2,400 B.H.P. Con dos ejes, los submarinos debían desarrollar una velocidad máxima en superficie de 16 nudos y de 1º nudos en inmersión a snorkel. La capacidad de sus tanques de petróleo debía ser de 45 toneladas, permitiéndoles un radio de accion en superficie de 5,000 millas a 10 nudos.
Su construcción se realizó en los astilleros de la New London Ship & Engine Company en Groton, iniciándose el 12 de mayo de 1952 con la puesta de quilla del Lobo y el Tiburón en el marco de una ceremonia presidida por el entonces Embajador del Perú en los Estados Unido Fernando Berckemeyer Pazos a la que asistió el Ministro de Marina, Vicealmirante Saldías.
Como es usual en este tipo de operaciones, se designó una comisión para controlar la construcción de los dos submarinos, nombrándose a cargo de la misma al Comandante de la División de Submarinos, Capitán de Fragata Federico Salmón de la Jara, quien viajó a Groton e inició sus labores el 11 de mayo de 1953, luego de haber presentado sus saludos a las autoridades navales del Atlántico y de una cercana base de submarinos.
Los otros miembros de la comisión de inspección fueron los Capitanes de Fragata Enrique León de la Fuente y Femando Elias Aparicio, nombrados a su vez comandantes del Lobo y del Tiburón, respectivamente, quienes llegaron a Groton poco después, al igual que las dotaciones de ambas naves.
En una ceremonia presidida por el Ministro de Marina, Vicealmirante Saldias, el Tiburón fue lanzado al agua el 27 de octubre de 1953; mientras que el Lobo lo fue el sábado 6 de febrero siguiente. En ambas oportunidades estuvo presente el Embajador Berckemeyer, así como diversas autoridades navales norteamericanas y del astillero.
El Tiburón fue incorporado al servicio naval peruano el 1º de marzo de 1954 y se hizo lo mismo con Lobo el 14 de junio de ese año, iniciándose de inmediato un riguroso programa de pruebas y entrenamiento de sus dotaciones.
En las semanas que duraron estas pruebas, el Tiburón totalizó 27 días y una noche en la mar, 87 inmersiones, 57 horas y 29 minutos en esta última condición en una profundidad media de 45 pies, y 2,869 millas navegadas. Por otro lado, realizó 38 ejercicios de ataque con lanzamiento de torpedos de ejercicios desde cada uno de los tubos y cinco disparos de cañón. Similares cifras se registraron en el caso de su consorte.
En abril de 1954, un grupo de oficiales y tripulantes de la comisión de los submarinos fue designado para habilitarse en el empleo de la campana de rescate de submarinos. Con tal motivo, al mando del Capitán de Corbeta Gastón Herrera, se embarcaron en el buque de salvamento U.S.S. BlueBird para realizar un ejercicio completo de rescate de un submarino sentado en el fondo.
Concluidas las pruebas, las dos unidades iniciaron los preparativos para la travesía hacia el Callao y el 8 de julio de 1954 zarparon en demanda de aguas peruanas, arribando a Ancón tras once días de navegación. En dicho puerto fueron inspeccionados por el Presidente Odría y el Ministro Saldías, quienes se embarcaron para proceder al Callao escoltados por la División de Destructores (Aguirre, Castilla y Rodríguez) y los cuatro submarinos R al mando del Capitán de Navío Pedro Gálvez. La tarde del miércoles 21 de julio ingresaron a la Base Naval del Callao donde una entusiasta muchedumbre les brindó una cálida bienvenida.
Meses antes, en noviembre de 1953, el Ministro Saldías visitó los astilleros en Groton manifestando en esa ocasión el interés del gobierno peruano por adquirir otras dos unidades similares, con algunas modificaciones sugeridas por los miembros de la comisión de inspección, entre ellas la supresión de la artillería.
Las negociaciones fueron encaminadas exitosamente y, finalmente, el contrato para construir el Merlín y el Atún fue suscrito el 1º de julio de 1955 y aprobado por Resolución Suprema 149 del 14 de ese mes. La inversión sería de 15.700.000 de dólares, con un equipamiento inicial avaluado en 11.495.433 dólares.
La construcción de estos submarinos se inició el 27 de octubre de 1955, en una ceremonia a la que asistieron el Embajador Berckemeyer, el Ministro Saldías y algunas autoridades navales norteamericanas. También concurrieron ochenta y cinco antiguos empleados de la Electric Boat que habían participado en la construcción de los submarinos R, treinta años atrás.
En junio de 1956 el Capitán de Fragata Miguel Rotalde de Romaña fue nombrado jefe de la comisión de construcción de los submarinos y comandante del Merlín; mientras que el Capitán de Corbeta Jorge Luna García fue designado comandante del Atún.
Dos meses después se hizo lo propio con las dotaciones, las que arribaron a Groton a finales de ese año. Con escasos minutos de diferencia, ambas naves fueron lanzadas al agua el 5 de febrero de 1957, iniciando una etapa de pruebas y entrenamiento que se prolongó varios meses. Concluidas las mismas, zarparon hacia el Callao adonde arribaron el jueves 27 de noviembre de 1957.
Tanto las pruebas y el entrenamiento, así como las inspecciones correspondientes, incluyeron operaciones de aproximación y ataque, lanzamiento de torpedos, sembrado de minas, fotografía periscópica, etc. Ello respondía a la conveniencia de aprovechar las instalaciones de la base de submarinos norteamericana cercana a Groton y a que la superioridad naval peruana deseaba que, a su arribo, las unidades se incorporasen al plan de entrenamiento que en ese momento ejecutaba la Flotilla de Submarinos.
Inicialmente los submarinos habían sido bautizados según el tipo de unidad al que correspondían y luego se adoptó el sistema norteamericano de identificarlos con un determinado pez. Sin embargo, tales denominaciones resultaban poco significativas para la población peruana, pues se dejaba de lado todo el poder de evocación que poseían los nombres de las otras naves de la Escuadra y los dos primeros sumergibles.
De un modo u otro, la opinión pública reaccionó contra los nombres asignados a los submarinos tipo S, dejando notar este sentir a través de las cámaras legislativas, donde se propuso oficialmente su cambio de denominación.
La Armada, tomando debida nota de esta corriente de opinión, consideró conveniente lo propuesto y contribuyó a la gestación de un par de dispositivos legales, ambos del 29 de marzo de 1957, el Decreto Supremo Nro. 11 y la Resolución Suprema Nro. 11, normando la denominación de las unidades navales, correspondiéndole a los submarinos el de enfrentamientos navales o fluviales. En consecuencia, la Flotilla de Submarinos quedó conformada de la siguiente manera:
Primera División, Islay (ex R-1), Cusma (ex R-2), Pacocha (ex R-3)y Arica (ex R-4); Segunda División, Dos de Mayo (S-l ex-Lobo),Abtao (S-2 ex-Tiburón), Angamos (S-3 ex-Atún) e Iquique (S-4ex-Merlín); y buques adscritos, San Martín, CS-1, CS-2, CS-3, CS-4, CS-5 y CS-6.
Entre el 19 de enero y el 27 de febrero de 1958, la Flotilla de Submarinos participó en el crucero de verano con seis de sus unidades al mando del Capitán de Navío Salmón de la Jara. Abordo iban cuatro oficiales y cuatro tripulantes argentinos que estaban siguiendo el curso de entrenamiento en submarinos, así como los cadetes de cuarto año de la Escuela Naval.
El Dos de Mayo, Abtao, ANgamos, Iquique, Islay y Casma visitaron la Zona del Canal, en Panamá, siendo recibidos por el Comandante en Jefe del XV Distrito Naval norteamericano, Contralmirante George H. Wales. El prestigioso diario La Estrella de Panamá publicó una nota sobre el arribo de la flotilla peruana, destacando el hecho de ser la primera vez, desde el término de la Segunda Guerra Mundial, que se reunía una fuerza submarina tan grande.
En 1959 se iniciaron los ejercicios de defensa hemisférica denominados Unitas, consistentes básicamente en el entrenamiento de las fuerzas navales del continente en guerra antisubmarina. Naturalmente, nuestras unidades participaron en dichos ejercicios, los que han perdurado hasta el presente, aun cuando ha ampliado su enfoque para cubrir otros ámbitos de la guerra naval.
Los submarinos tipo S también se emplearon para entrenar en operaciones de inserción a grupos de demolición submarina, actualmente denominados de operaciones especiales; así como a reconocedores anfibios, hoy incorporados al Batallón de Comandos de Infantería de Marina.
Hacia 1960, cumplido el ciclo de vida de las baterías de los dos primeros submarinos, se llevaron a cabo gestiones para enviarlos a los Estados Unidos tanto para el cambio de las mismas, como para recorrerlos integralmente y modernizar sus sistemas.
Fue así que en el primer semestre de ese 1961, primero el Dos de Mayo y luego el Abtao, fueron sometidos a estos trabajos en la base naval de Key West, en Florida. Similar proceso se siguió con los otros dos submarinos, efectuándose los trabajos en el Iquique entre enero y octubre de 1964 y en el Angamos entre mayo de ese año y marzo del siguiente.
En todos los casos, la camaradería del Escuadrón de Submarinos n°12 de la Armada Norteamericana, con sede en Key West y en especial de la dotación del buque anfitrión, el USS Barracuda, facilitó la prolongada estadía de nuestras unidades en ese puerto.
Un esfuerzo de modernización adicional fue llevado a cabo en la década siguiente, el que incluyó la instalación de nuevos equipos de sonar en el Dos de Mayo y el Abtao. Este último submarino fue dotado en 1972 con el primer navegador por satélite utilizado por una nave peruana, estrenándolo en las operaciones Unitas de aquel año.
Pero por mucho que se invirtiera en estas naves, para fines de los años noventa contaban ya con más de cuarenta años de servicio y habían alcanzado su límite de vida útil.
Los cuatro submarinos -primero el Angamos, en 1990, el Iquique tres años después, y finalmente el Dos de Mayo y el Abtao en 1999- fueron dados de baja del servicio. No obstante, el Abtao tuvo un destino singular, pues fue convertido en el primer submarino-museo del país.
Durante su prolongado servicio, al igual que los R, los cuatro submarinos S habían constituido una verdadera escuela para los submarinistas peruanos, consolidando el prestigio de esa fuerza y de los hombres que la conformaban.
Fuente:
Fuerza de Submarinos, 100 Años: 1911-2011
Autor y Supervisor de la Edición: Capitán de Fragata (r) Jorge Ortiz Sotelo (Ph.D.)
Editor General: Oscar Llerena Ponce
Fotografía y Edición Gráfica: Roberto González Poza.