Marzo del 2020:
Siempre he propugnado que en situaciones de crisis extrema, las diferencias políticas se dejen en paréntesis, pues nada debe sobreponerse a la defensa de los sagrados intereses colectivos de la peruanidad. Hoy, ante la crisis del coronavirus propongo encapsular la lucha contra la dictadura de Vizcarra, para acatar reflexivamente las normas de sentido común y de fundamento sanitario que han determinado el estado de emergencia por 15 días.
En este temperamento alcanzo algunas propuestas:
Debe unificarse y mejorar sustantivamente la política informativa. Se requiere un vocero fiable, respetado y capacitado para informar con transparencia sobre la evolución de la crisis. La precariedad comunicacional de Vizcarra y el afán protagónico de diferentes ministros incentivan la angustia y la incertidumbre en un momento de inevitable distanciamiento social.
La calidad técnica de las medidas urgentes debe pulirse: el mensaje presidencial y las normas complementarias dejan imprecisiones múltiples de tipo laboral, financiero, tributario y operativo. Una alternativa sería formar centros de orientación online y telefónicos donde trabajadores, empleadores, contribuyentes y administradores de empresas puedan hacer consulta registrada y con respuestas de valor oficial.
Es imperativo atender a más del 75% de familias peruanas que tienen empleo informal, manejan mypes o, en general, viven con ingresos precarios del día a día. Los comedores populares, las ollas comunes, los hospitales de campaña, etc., requieren ser implementados para subsidiar a quienes más lo necesitan. De lo contrario puede producirse un desborde popular.
Durante la emergencia se necesita combatir no solo los efectos del corona virus, sino también controlar la mortal epidemia del dengue y atender a los niños contaminados con plomo en Pasco. El desayuno escolar (Qaliwarma) puede canalizarse barrialmente, pero no suspenderse.
Es indispensable formar un comité de crisis en el que se incluya no solo al gobierno, sino también a los profesionales médicos y de la salud y a los gremios empresariales. Con ellos se puede mejorar el manejo presente de situación y proyectar escenarios de cómo paliar los efectos múltiples del período post crisis.
En fin, hay muchas formas de contribuir; y si bien la tensión política puede relegarse, el gobierno debe dar muestras de sensatez (por ejemplo suspendiendo sus ridículos planes de mandil rosado cuando hay prioridades urgentes); y crear un gran portal de transparencia sobre cómo se ejecutará el millonario gasto extraordinario.
El silencio prudente de hoy no nos inhibirá mañana de la medición de eficiencia y prueba de honradez.