Si alguien me contara que un país dejó de celebrar un acto de heroicidad y cambió las señales del calendario para dejar en el olvido a quienes hicieron de su Bandera y su responsabilidad con la Patria, sólo una noticia de menor escala, no lo creería, sin embargo, en el Perú del año 2020, es posible encontrar miserables que hunden más que un torpedo, que hieren más que un puñal y que odian más que el enemigo: eso es el gobierno.
Hoy 8 de octubre, no es cualquier fecha de anotaciones, es un símbolo y señal de esperanza, es un recuerdo y un acto de Fe en valores, virtudes y principios. Eso es lo que nuestro Gran Almirante Don Miguel Grau Seminario dejó escrito para la historia en acciones, palabras y emociones.
Y aunque unos cuantos apaguen esas señales, la Nación se levanta sobre su alma herida y el corazón apagado, para darle sentido a cada palabra y acción con emoción, para reconocer como ayer, hoy y mañana, que en Miguel Grau hay mucho más que un 8 de octubre, existe mucho más trascendencia que una ceremonia “oficial”, porque Grau es un pueblo construyendo, es una comunidad venciendo, son hombres y mujeres de la Patria derrotando el flagelo de la mediocridad y el resentimiento.
¿Qué puede doler tanto a quienes no admiran en Grau todo lo que él representa? ¿Qué clase de gentes hay hoy en día en el gobierno que sienten tanto miedo por Grau, como si quisieran herirlo nuevamente, sin estar en combate?
Para envidias de algunos, el escaño de Miguel Grau permanece en el hemiciclo principal de sesiones del Congreso de la República (donde es en realidad la Cámara de Diputados) y cuando en cada Sesión se menciona primero su nombre en la lista de asistencia, todos deben responder “presente” y así lo hacen siempre.
Para envidias de otros, una de las frases que más distingue en su vida parlamentaria a Miguel Grau es “No reconozco otro caudillo que la Constitución”.
Por eso compatriotas:
“Hoy 8 de octubre, siendo de mañana, como aquella que fue en la gesta gloriosa de nuestro Gran Almirante, las banderas del Perú están izadas, en lo alto y con buen viento, van venciendo como siempre el oleaje de la envidia y el odio, van abriendo el camino que la Libertad se lo exige para llegar a puerto con todos, aun con aquellos que la reniegan, porque a pesar de quienes nos hieren, sabemos darles con humildad, la riqueza de nuestros valores, que son los de la Patria, aunque ellos la nieguen”