“Ahora frente al COVID-19 necesitamos reunirnos de nuevo como “comunidad”, como “ecclessia” en la casa del Señor. No en la “parroquia virtual”. Necesitamos reunirnos de nuevo en la iglesia y en el templo vivos de nuestro barrio. Respetando las medidas sanitarias. ¡Pero en la Casa del Señor. Amparados con su protección sanadora!” (Héctor Rodríguez Cruz)
Comentarios
Forma parte de la prédica esencial del sacerdote exhortar a los fieles para que acudan a la Santa Misa todos los domingos y fiestas de guardar. Se les anima también para que se acerquen con frecuencia al sacramento de la confesión, instituido por nuestro Señor Jesucristo para el perdón de los pecados.
En muchas prédicas y homilías se les pide a los fieles que sepan vivir la caridad en sus hogares con manifestaciones de cariño y muchos detalles, que no dejen de visitar a sus seres queridos, especialmente a los papás mayores y a los abuelos. Se les ruega que traten con mucho cariño a las personas más necesitadas, a los enfermos y que sepan ayudar a bien morir a los que se encuentran al final de su existencia.
Prohibiciones por el COVID
Con la pandemia se cerraron los templos en todo el mundo, los fieles no podían ir a la Iglesia para participar en la Santa Misa, recibir la comunión, tampoco para confesarse. No se podía visitar a los seres queridos que viven en otras casas, porque se prohibieron las visitas familiares y si alguien caía gravemente enfermo tampoco podía tener al lado la compañía de sus familiares, muchos se fueron de este mundo sin despedirse y sin una atención familiar adecuada.
¿Es un “triunfo” del diablo”?
Si miramos este cuadro pareciera que el diablo lo ha organizado todo para conseguir que la gente se aparte de los sacramentos y así poco a poco se aparten de Dios y que se vaya enfriando el trato familiar con las distancias entre los seres queridos sanos y enfermos. Según esta situación el diablo estaría frotándose las manos pensando que habría ganado para su redil a muchas personas.
Dios no pierde batallas y menos la guerra
Pero como Dios no deja solos a sus hijos, puso al alcance medios extraordinarios para que los fieles pudieran pasar, estos momentos de tribulación, siendo fieles al querer de Dios: rezando más y consiguiendo una unidad más sólida en sus familias. Dios alcanza estas gracias extraordinarias a los que están dispuestos a luchar, como es también en los momentos en los que no hay pandemia. La lucha es una constante de toda la vida. Un cristiano nunca puede bajar la guardia.
El buen propósito de las autoridades y de los médicos sería impedir que se multipliquen los contagios y que muera más gente. Es por eso que se dieron unas medidas de prevención.
Dios nos pide a todos fidelidad
La fidelidad es un compromiso de amor que implica luchar para permanecer en el bien que nos hace libres. Comprometerse con Dios es perseverar en el amor a Dios poniendo, como decía San Josemaría Escrivá: “todos los medios humanos, como si no existieran los sobrenaturales, y todos los medios sobrenaturales como si no existieran los humanos”
El que es fiel permanece junto a Dios aunque esté encerrado en un calabozo, sabe que Dios nunca lo dejará. En la vida de los santos encontramos maravillosos ejemplos de conductas heroicas en momentos de adversidad, tortura y persecución.
Libertad para cuidarnos y cuidar
La fidelidad es también responsabilidad personal para poner los medios adecuados que son oportunos para cuidarse de los males que pueden atacar al cuerpo o al alma.
Los medios que el Señor ha entregado a la Iglesia para el cuidado de los fieles fortalecen y responsabilizan a las personas para que sepan cuidarse bien. Las personas que rezan y son piadosas no solo se saben cuidar ellos, sino que también son extremadamente cuidadosos con los demás, porque buscan, con Dios, el bien de los demás.
La Iglesia ha sabido manejar a las multitudes. Recordemos los viajes del Papa San Juan Pablo II por el mundo. Eran miles y millones reunidos y no pasó nada; mejor dicho, pasó mucho: las personas se fortalecieron, se sintieron libres, felices y agradecidas con la visita del Santo Padre. En nuestro Perú hemos tenido las multitudinarias procesiones del Señor de los milagros y las marchas pro-vida, que fueron también muy numerosas.
Acaso la Iglesia, con los fieles que acuden a las parroquias ¿no pueden manejar los protocolos para que la gente no se contagie en los templos? Cualquiera puede entender que el afán de ir a los templos a rezar es el de los cristianos que creen en el poder de la oración.
¡Dios sí puede detener la pandemia! ¡Quizá esté esperando que se rece más! Hay una crisis mundial que afecta a todas las personas. La crisis también es espiritual, hay cristianos que han perdido la fe y otros que se han apartado de la Iglesia.
Lógicamente los enemigos de Dios no desean que se abran los templos. ¿por qué tanta demora? ¿se quiere arrinconar la religión? Muchos enemigos se esconden en el “bosque” de la pandemia y aparecen como “responsables” y cuidadosos, pero su objetivo es otro. No podemos ser ingenuos.
Es urgente que los cristianos, que todavía no han rezado, comiencen enseguida. Con la fuerza de la oración todo se va a solucionar.“El que pueda entender que entienda” (P. Manuel Tamayo)
Fotografía de portada, Diario La República, exteriores Iglesia Las Nazarenas