Respeto la investidura presidencial, pero Martín Vizcarra es cínico. Se declara líder de la lucha anticorrupción y dice: «Las decisiones que tomemos tienen que conocerlas todos. No solo la Contraloría General de la República, sino medios de comunicación, la población y la sociedad civil. La transparencia permite que todos seamos vigilantes de los recursos del Estado…”:
Pues bien, veamos quién nos gobierna: Vizcarra apoya el acuerdo vendepatria con Odebrecht, pero ¿no sabía que la corrupta empresa está demandando al Perú en el Ciadi por el gasoducto sur por US$ 1,400 millones y exige otro arbitraje en Luxemburgo por “discriminación” del DU 003?
Vizcarra también miente compulsivamente: sí se reunió con Keiko Fujimori y Mamani en vísperas de la vacancia de PPK. Su empresa sí fue representante de los intereses de Odebrecht y GyM. Obrainsa ganó una licitación de 80 millones de soles en una obra que tiene denuncias desde cuando era presidente regional. Sus amigos ganaron 12 licitaciones por 546 millones de soles cuando él era ministro de Transportes. El partido pepekausa, del cual fue jefe de campaña, sí recibió dinero del ‘club de la construcción’.
Vizcarra no responde, además, preguntas como las hechas por Mar Mournier: su empresa tenía una deuda tributaria de 4’920,033.81 soles al 2017. Al asumir la presidencia reduce la obligación a solo 300 mil y ahora debe apenas unos 70 mil. ¿De dónde sacó el dinero para pagar? ¿Otra vez de las constructoras corruptas, a las cuales ha asignado obras por más de mil millones, premio ministerial de por medio como en el caso de GyM?
El silencio es oprobioso sobre su ineptitud: la huelga del transporte deja cientos de millones de dólares de pérdidas y al final se les ha concedido todo lo que pedían; se incrementa la inseguridad; en 2018 se perdió alrededor de medio millón de empleos; los colegios públicos están abandonados; el norte sigue sin reconstruirse; y, entre muchísimas deficiencias más, el Perú se quedó sin sede del mundial de fútbol Sub 17 por pésima gestión ministerial. Encima Vizcarra está en una insulsa gira por España y Portugal, mientras aquí la prensa adicta a la publicidad estatal tiende cortinas de humo llegando al debate ridículo sobre las faldas escolares.
En fin, la presidencia está pegada con babas. La popularidad inflada tiende definitivamente a la baja y las denuncias por corrupción se multiplican. Todo eso amerita un urgente proceso de vacancia presidencial.