¿Qué pasó en Chile? Lo previsible, eso y nada más. ¿Alguien creía que el #Rechazo ganaría? Sí, algunas buenas gentes y algunos grupos de derecha que no entendieron el lenguaje y el mensaje que debían sostener a lo largo del tiempo, no en una campaña tan desacreditada y poco funcional.
Para los que están diciendo en las redes sociales que todo esto comenzó con el denominado estallido social, están fuera de foco. Esto lleva su tiempo, no tiene nada en común la suma de protestas con la “idea-país” que las cosas no están funcionando como uno quiere que sea: en educación, en salarios, en pensiones, en participación de las decisiones.
Las protestas no son por ideas, son por rechazo (es paradójico, pero es la verdad), rechazo a lo que el lenguaje popular identifica como la barrera, el muro que impide progresar, o tener una vivienda, o un mejor trabajo, o la tranquilidad de saber que puedes alcanzar como cualquier otro, un futuro con felicidad y sin lamentos diarios. ¿Que la Constitución no va a resolver esos problemas? Mmmm…, no lleves el debate a un libro, sumérgete en la realidad primero.
Para los genios de seguir en lo mismo, es decir, que todo está bien en el marco de las leyes, en la institucionalidad que el pobre o las clase medias no sienten “como organizaciones a su servicio”, el principal derrotero para que el #Apruebo no gane, era decir que -los del apruebo- no entendían el rol de una constitución y la historia del país, que no sabían de lo que hablaban, que cambiar una constitución no produce mejores pensiones y bla, bla, bla… cátedra de doctorado.
Pero para los del #Apruebo, era simplísimo: hacer que sea contundente una victoria sobre el #Rechazo, era simplemente decirse unos a otros que el mal tenía un nombre “Constitución” y había que aprobar no su cambio, sino su desaparición -algo más suicida todavía-, porque se trata de aprobar que desaparezca esa ruma de barreras cuyo estandarte es, a su buen entender popular, la Constitución chilena. ¿Es duro decirlo? Es la verdad en la interpretación que le dan las gentes, no los encumbrados analistas o comentaristas de la TV… cátedra de la calle.
Esto no es ni de derechas, ni de izquierdas, otro gran error de los políticos tradicionales. Y además, llevaron algunos la pelea a defender a los autores de la Constitución vigente y paradójicamente también, sus herederos huyeron de la defensa y de la herencia de la autoría.
Ganar casi 80 a 20 es irrefutable, sobretodo cuando se da el caso que un 50% de electores no les importó este proceso electoral del Plebiscito y no les dio la gana de ir a votar, por ociosos, por miedo, por la pandemia, por el almuerzo en casa, cansancio, indiferencia, el asado, fin de semana… no fueron los que se sienten que están bien, que nada va a pasar de malo, que mejor y para evitar bulla y protestas, es mejor que ganen los del #Apruebo porque si no se enciende plaza Italia… y ahora se lamentan los que no se dieron cuenta que la participación política con el voto es y será el factor clave en todo, absolutamente todo.
Eso del voto voluntario no tiene nombre hacia un lado, pero tiene homenaje para los que asisten.
¿Qué pasará en Chile? Que las izquierdas van a reclamar esto como su triunfo y no lo es, pero ellos marchan rápido, no discuten de doctrina juridica, ni de historia, ni de la teoría cuántica, todo eso lo niegan porque no es el lenguaje ni el discurso del pobre, del obrero, de los estudiantes que se ven alejados de una profesión o carrera de trabajo, del maestro o del informal, ni del viejo sin jubilación o la mamá que llega cansada a ver a sus niños. Las izquierdas fortalecidas entre ellas, aumentarán la dosis de populismo, palabras nuevas, promesas viejas, supuesta felicidad en camino y empujar más a los tontos que llevan enciclopedias bajo sus brazos, hacia lo que predican, el rechazo. Otra paradoja más. Los del rechazo van por más rechazos hacia ellos.
Las derechas no entienden que sin lenguaje popular, no son nada.