La Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) expresó su posición frente a la noticia de que el proyecto de ley de “Interrupción Voluntaria del Embarazo” del Poder Ejecutivo podría ser elevado al Congreso para su tratamiento en medio de la crisis sociosanitaria del coronavirus.
“Así como la dignidad de la vida y la promoción de los derechos humanos son conceptos centrales en una agenda auténticamente democrática, la situación general de la Salud Pública, planteada por esta dolorosa coyuntura, hace insostenible e inoportuno cualquier intento de presentar y discutir una ley de estas características”, advirtió en un comunicado.
“La pandemia nos ha alertado que el Estado debe velar por el cuidado de la ‘salud pública’ es decir, el cuidado de la vida humana. No cuidar todas las vidas, toda la vida, sería una falta gravísima de un Estado que quiere proteger a sus habitantes”, sostuvo.
El episcopado invitó a “la prudencia política para no desalentar la búsqueda de la máxima unidad posible en un cuerpo social herido por los desencuentros entre argentinos”.
El comunicado lleva la firma de monseñor Oscar Vicente Ojea, obispo de San Isidro y presidente; el cardenal Mario Aurelio Poli, arzobispo de Buenos Aires y vicepresidente primero; monseñor Marcelo Daniel Colombo, arzobispo de Mendoza y vicepresidente segundo; y monseñor Carlos Humberto Malfa, obispo de Chascomús y secretario general.
“En este tiempo, cuando el ánimo de los argentinos se sobrepone a situaciones extremas con paciencia, ingenio y esperanza –aún ante la pérdida de seres queridos en las familias-; cuando padecemos el humillante aumento en la cantidad de hogares cada vez más pobres; en un año escolar que dejó al margen a una gran cantidad de alumnos y puso en evidencia la desigualdad de recursos y medios; cuando los heroicos agentes sanitarios agotados por el esfuerzo sobrehumano nos piden a gritos que cuidemos la vida; el sentido común -que abunda en el pueblo sencillo- nos revela que no hay lugar para pensar en proyectos legislativos que contradicen el discurso que dice cuidar a todos los argentinos como prioridad” expresa el comunicado de los Obispos argentinos.
“El deber del Estado es promover el cuidado de las dos vidas, siempre. La dignidad de madre e hijo, porque vale toda vida”
En su primer discurso en el Congreso de la Nación el Presidente afirmó: “Vengo para unir a los argentinos y poner fin a la grieta que tanto daño nos ha hecho”. Si hay una cuestión que nos divide es justamente no cuidar las dos vidas: la mamá y el niño por nacer.
“El argumento que hace dos años se levantó como bandera de quienes estaban a favor del aborto era la supuesta preocupación por la salud de las mujeres embarazadas. Pues es necesario reconocer que, después de la votación que rechazó ese proyecto en el Congreso, no se avanzó en esa dirección. Incluso a partir de las exigencias sanitarias de la pandemia se ha provocado un importante retroceso. Muchas provincias dicen tener el sistema de salud estresado, colapsado, agotado. En los Hospitales Públicos de esos lugares las embarazadas no logran siquiera una ecografía en los nueve meses”
“¿Qué camas se piensan disponer? ¿Qué personal de salud no está sobreexigido y ha realizado ya gestos heroicos? ¿Les van a pedir un esfuerzo adicional?”
El Papa insiste en que “¡Estamos todos en la misma barca!”. ¿Este proyecto refleja esta realidad? ¿No es una especie de abstracción y evasión de lo que preocupa a la gran mayoría del pueblo?
“Durante estos meses de crisis muchos vieron diluirse lo conseguido con el sacrificio familiar de generaciones. Otros tantos debieron postergar anhelos y sueños legítimos. Innumerables hombres y mujeres han perdido el empleo y se les presenta un panorama gris y desolador. ¿Esta es la respuesta esperada?”
“Los pobres tienen la preocupación puesta en los riesgos de contagio, el hacinamiento, la falta de agua potable, la amenaza del dengue y la tuberculosis. Cuidemos la salud pública dando respuesta a las situaciones más urgentes.
El deber del Estado es promover el cuidado de las dos vidas, siempre. La dignidad de madre e hijo, porque vale toda vida.