Desde el lunes de la semana pasada, los católicos no pueden participar de la misa en las iglesias, por cuenta de unas medidas restrictivas contra los momentos de culto, medidas que alegan los obispos no han sido sustentadas por ninguna evidencia científica.
Pero algunos católicos sienten que ya han excedido su cuota de sacrificio, que la misa es algo indispensable, y por esto, ocurrieron manifestaciones como las habidas ayer en Versalles y en Nantes.
En las afueras de la Catedral de San Luis, en Versalles, cientos de personas se congregaron a entonar cánticos marianos y eucarísticos. La reunión llegaba hasta donde iniciaban las escalas para subir al atrio de la catedral, es decir, una disciplina perfecta, pues además mantenían el distanciamiento requerido. Esto ocurría en las horas de la noche.
En sentido análogo, lo ocurrido al frente de la Catedral San Pedro de Nantes tenía más el carácter de protesta. “Mina nuestra libertad de culto” repetían los manifestantes, refiriéndose a las medidas del gobierno que impiden el culto con público. En Nantes, la congregación era más numerosa en una plaza menos grande que la de Versalles.
Otras reacciones de obispos ante la decisión del Consejo de Estado
Mons. Dominique Rey, Obispo de Fréjus-Toulon dice que la decisión del Consejo de Estado “puede dar lugar a incomprensiones y sufrimiento en muchas personas. Ante el cuestionamiento de la libertad de culto, los católicos no pueden asistir a la celebración eucarística que es fuente y cumbre de la vida cristiana. Tomamos nota de esta decisión contemplando todas las medidas de recurso. Más que nunca nuestra sociedad necesita a Dios para enfrentar los miedos e incertidumbres que pesan en nuestro tiempo.”
Por su parte el obispo de Montauban, Mons. Bernard Ginoux, lamentó profundamente la negativa del Consejo de Estado: “Esta medida es ofensiva e injusta. La ausencia de misas afecta la fe de los católicos. El gobierno podía evitarlo tanto que este sábado por la mañana, en Niza, el Primer Ministro recordó que la libertad de culto es fundamental. Como obispo, lamento que no se escuche la ‘vox populi’ católica. Rechazar la expresión de la fe es un ataque a las personas en lo que más aprecian.”
Ni siquiera en época de persecución los católicos han renunciado a la misa
“Muchos católicos se niegan a desertar de sus iglesias, donde los fieles vienen a encontrar consuelo y esperanza, en estos tiempos que son muy difíciles de atravesar solos. La celebración de la Misa no es para ellos una modalidad del ejercicio de su fe, sino que constituye su fuente y su cumbre”, expresaron los prelados en Le Figaro.
Los lugares de consumo y las grandes cadenas de distribución, las únicas que permanecen abiertas, “no cumplirán las aspiraciones más profundas del corazón y no serán suficientes para disipar los miedos”, manifiestan.
Con o sin atentados, el contexto de salud pública ya representa “un momento particularmente difícil y que provoca ansiedad para muchos. Las misas son una de las raras ocasiones en las que los fieles vienen a recuperar las fuerzas y el coraje para soportarlo”. Echan los obispos una mirada a la Historia, y recuerdan “ni siquiera las persecuciones han desanimado a los cristianos de reunirse el día del Señor”.
Los obispos afirman igualmente que “desde el [inicio del] confinamiento, hemos cumplido nuestras responsabilidades y las medidas de control han sido estrictamente respetadas”. En ninguna iglesia se ha establecido un foco de contaminación, y ellos comparte “plenamente el interés por preservar la salud pública”.
La medida de cerrar los templos a los fieles tiene “un carácter desproporcionado”. Ese mismo argumento de no proporcionalidad, hizo que en mayo pasado el Consejo de Estado obligase al gobierno a autorizar la reapertura de templos.
El actual cierre va hasta el 1 de diciembre, con posibilidad de extenderse.