Parece que vivimos en un país de múltiples realidades, donde una es la del gobierno –digamos la oficial- otra la de los opositores al gobierno, otra la de los que no estamos de acuerdo ni con el gobierno ni con los opositores y la última y más peligrosa, la de los insensibles que están en el gobierno, en la oposición y dentro de nosotros mismos. Así de complejo es el Perú ahora.
Pero vayamos a hechos concretos. Se trata de la urgencia de un mensaje de unidad, del presidente al país, no al partido de gobierno, no a los opositores. La preeminencia es a los peruanos en su conjunto y eso, no lo hemos escuchado este día de referéndum lamentablemente.
Ni una sola aula construida, ni un solo hospital, ni un kilómetro de carreteras o de líneas para ferrocarriles, aeropuertos, muelles, centrales de energía o plantas de tratamiento de agua potable o residual. No, lo que interesa es el referéndum y nada más.
Nos dijo eso sí, que quizás, tal vez, es posible que haya sobredimensionado alguna expectativa, qué extraña afirmación. Eso es inaceptable, como lo sería pedir un desgarrador sentimiento de culpabilidad por no haber tomado decisiones en todo lo que es de su absoluta responsabilidad.
El Perú no es el Congreso de la República ni Palacio de Gobierno, está en las calles y en el corazón herido de sus gentes, eso no lo ven los que nos gobiernan.
La realidad nos dice que hay más pobres, que las clases medias están golpeadas en su economía, que se requieren medidas inmediatas y no para el siguiente año o la siguiente década.
Necesitamos un gobierno de cara a la realidad y no uno que invente su propia realidad y tenga al país, lejos de sus propias esperanzas, anhelos e ilusiones.