Los reformadores de siempre, toda la vida los mismos rostros haciendo las mismas tonterías y maldades, claro, con aliados como los medios de comunicación oficialistas -que viven del odio permanente-, logran algún impacto en su tarea de demolición, nunca a favor de la gente que se dedica a su trabajo; por eso es nuevamente atacada, agredida, humillada, menospreciada y ofendida, la Policía Nacional del Perú.
Desde hace treinta años, para no ir más lejos, se han efectuado o anunciado más de 20 reformas, reorganizaciones y modernizaciones a la Policía peruana. Los “líderes” de esas destrucciones son reciclados permanentemente, sea como ministros, viceministros, directores de lo que sea en el ministerio, asesores, asesores de los asesores, jefes de gabinete, asistente, asistente del asistente, jefes, coordinadores, especialistas o consultores, sólo para citar algunos de los innumerables cargos que usan, más allá de los cuantiosos salarios, celulares de libre uso, laptops, vehículos, choferes, combustibles, viáticos, resguardos personales, gastos de representación, gastos de capacitación (esto ya es el colmo), viajes nacionales, viajes internacionales, periódicos, revistas, suscripciones a medios virtuales, alquileres de oficinas externas…
Y frente a esa avalancha de los incapaces que gobiernan e imponen su reinado burocrático, los Policías siguen remendando sus uniformes, adquiriendo implementos de trabajo, comprando medicinas para ellos y sus familias, gastando en educación complementaria que no les da el gobierno por intermedio de incentivos institucionales… siguen sin alimentación nutritiva, sin comedores implementados, sin instalaciones adecuadas para el servicio y el descanso… siguen recibiendo la tercera parte del combustible para sus unidades y los obligan a caer en el juego de conseguir como sea -no lo justifico, lo estoy mencionando- lo que se necesita para sus movilidades.
¿Pueden entonces los Policías en esta dramática realidad hacer un Paro de protesta, una Huelga reivindicativa? Opino que sí.
No se puede servir a la sociedad desde el alma del pueblo, si se tiene herido el corazón, a causa del mismo delincuente que cada año viene a ordenarte como trabajar, cuándo hacerlo, y cuando dejar de hacerlo. La Policía no puede ser digitada por el crimen y la corrupción.
Ninguna reforma, reorganización ni modernización puede funcionar, si se pretende destruir la institucionalidad, desconociendo el principio de autoridad en la Policía Nacional del Perú.