El mensaje al pueblo Católico y Cristiano está como “desaparecido” desde que se nombró equivocadamente a un cardenal adicional, de antecedentes poco reconocidos, pero con aires de militancia política bastante inclinados en contra de aquello que significa Paz, inversión, progreso, desarrollo y unidad en el país.
Es “como si una barreta se usara para herir la tierra hasta sacarle trozo a trozo su fertilidad” y mientras tanto, se azuza el enfrentamiento, se cuelgan los hábitos y se deja el púlpito para transitar entre asambleas y protestas; curas militantes de izquierdas atorrantes o sometidos al placer de un brindis en un salón de lujo de palacio de gobierno, de espaldas al pueblo y a sus hermanos.
Es también “como si un castillo ardiente de tumultos se desbordara sobre la oscura herencia de una nueva teología que se extinguió en el aula de una universidad que dejó de ser católica” para terminar siendo la más caótica, plagada de acosadores, enredada en escándalos y sometida al mercantilismo más atroz que se pueda uno imaginar, contra los jóvenes estudiantes.
Barreta hiriente y castillo de lodo, placeres y viajes, vino y desgracia, mientras el Pueblo en soledad de guía espiritual trata de sobrevivir con mucha oración y Fe, la que abandonaron sus pastores, algunos de ellos.
¿Porqué sigue de cardenal quien no hace su trabajo como tal? ¿Porqué tenemos un arzobispo de cartón como primado de una Iglesia que no lo merece?