Con las disculpas del caso a todos aquellos jóvenes a quienes están denominando “La Generación del Bicentenario”, quisiera decirles que no se dejen engañar por la izquierda marxista ni por la prensa mermelera.
Ustedes, jovencitos, el futuro de nuestro país y en quienes los mayores tenemos puesta nuestra esperanza, no son la “Generación del Bicentenario”. Ustedes, jóvenes afortunados, crecieron en una época de paz, abundancia, acceso al crédito, internet, teléfonos celulares 4G, agua, electricidad, algunos hasta con PlayStation, Uber, Cabify, Glovo, Rappi, TV por cable, Netflix, YouTube, Instagram, TikTok y mil etcéteras más. Ustedes, para su pesar u orgullo, son una generación de afortunados, con suerte, discúlpenme, la Generación del Tricentenario.
No se sientan héroes por insultar a la policía, por tirarles pintura, lejía o hacer cacerolazos pidiendo cambio de constitución cuando ni siquiera la han leído. No sean ingenuos y no se dejen engañar para ser parte de la deconstrucción del país, que ya empezó, tal como ha sucedido en Chile.
Yo quisiera asignar ese título “Generación del Bicentenario” a los padres y abuelos de todos ustedes, jovencitos, algunos de ustedes pulpines y otros “ninis” (ni trabajan ni estudian) a los que hoy, estúpidamente, está endiosando la prensa irresponsable y la izquierda. Para no remontarme tanto, porque yo nací en 1960, ellos, o sea nosotros, somos los que vivimos y sufrimos el golpe de estado del General Juan Velasco Alvarado el 3 de octubre de 1968, los que sufrimos la desastrosa y espantosa Reforma Agraria, la instauración de la Comunidad Industrial, el robo de las bolicheras a los empresarios pesqueros, el asesinato de Luis Banchero Rossi; la incautación de la prensa y los pocos canales de televisión que teníamos, las deportaciones si uno opinaba en contra del gobierno y la estatización de casi todo el país, entre otras grandes calamidades.
“Generación del Bicentenario” es mi gran amigo y a quien admiro y aprecio, Augusto Pretel, quien con más de 80 primaveras sigue peleando tercamente en todas las instancias judiciales por sus bonos de esa nefasta Reforma Agraria, no para disfrutarlos él, sino para sus hijos y nietos, o sea ustedes, jovencitos.
La “Generación del Bicentenario” somos los que tuvimos que resistir el primer gobierno de Alan García (1985-1990) y vimos como la inflación llegó a 2.178.482%. Para quienes no lo entiendan en números, son dos millones ciento setenta y ocho mil cuatrocientos ochentidos por ciento. Una cifra cantinflesca, increíble y que sólo ha sido superada por el gobierno del sátrapa de Venezuela, Nicolás Maduro. Estoy seguro que muchos jóvenes no entienden algo tan absurdo porque, obviamente, está fuera del sentido común.
La “Generación del Bicentenario” somos los que vivimos la tragedia del terrorismo, de Sendero Luminoso y del MRTA, las voladuras de torres de energía eléctrica, los apagones, la falta de agua, los toques de queda donde los soldados disparaban, los asesinatos a mansalva, los que escuchábamos las explosiones y no sabíamos que tan cerca o lejos eran. En la década de los 80 teníamos miedo de salir de nuestras casas y si lo hacíamos nos encontrábamos con muchas calles cerradas con mojones de concreto que ponían los vecinos para evitar el ingreso de coches bomba.
En los 70 y 80 muchas familias emigraron a Ecuador, Canadá, Australia y aunque no lo crean, a Venezuela, entre otros lugares, porque la situación acá era insostenible.
La “Generación del Bicentenario” somos los que teníamos que pasear por todos los distribuidores de gas para conseguir un baloncito porque ya no había distribución, los que teníamos que hacer cola para conseguir gasolina e ir con varios miembros de la familia al supermercado porque solo te vendían un tarro de leche por persona. Somos los que solo podíamos comprar una llanta si teníamos algún conocido en Lima Caucho porque no habían llantas. Solo habían tres marcas de automóviles: Volkswagen, Nissan y Toyota.
La gente pobre era tan pobre que su alimento era Nicovita, un alimento balanceado para aves que ya no existe pero que se puede comparar con las bolitas que comen nuestras mascotas y que hoy encontramos de todos los colores y sabores.
Ustedes, jovencitos a quienes llaman la “Generación del Bicentenario” no tienen idea de lo que han vivido sus padres y abuelos. Para ustedes, quedarse sin su teléfono celular por unas horas puede ser una tragedia pero no tienen la menor idea de lo que padecieron sus padres y abuelos para que hoy puedan tener ese puto teléfono. Tampoco tienen idea los años que podía demorar conseguir una línea telefónica fija con la Compañía Peruana de Teléfonos (CPT), luego vendida al grupo español Telefónica, hoy Movistar.
“Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” dice la frase bíblica y debemos reconocer y agradecer los grandes cambios y reformas que se dieron en los 90 con el gobierno de Alberto Fujimori. En esos años se dió la pacificación del país con la derrota del terrorismo, se cerró definitivamente el conflicto fronterizo con Ecuador, se mejoró la educación, se liberaron las universidades de los comunistas, se formalizaron las rondas campesinas, se redujo la desnutrición infantil, se privatizaron muchísimas empresas que solo daban pérdidas y sobretodo, se reinsertó al Perú en el sistema financiero internacional cuando éramos considerados unos parias. Entre otras muchas cosas más.
Hoy el ex-presidente Fujimori se encuentra en prisión, a pesar de haber sido constitucionalmente indultado. Su sucesor, Alejandro Toledo se encuentra en un proceso de extradición con serias denuncias de corrupción. El ex-presidente Alan García decidió quitarse la vida antes de ser detenido por la misma razón. E igual pasa con los ex-presidentes Ollanta Humala (y señora), Pedro Pablo Kuczynski (con prisión domiciliaria) y Martín Vizcarra, un bribón sinvergüenza que debería ser enviado a El Frontón.
En fin, es el país en el que vivimos.
Finalmente, jóvenes, solo reiterarles que ustedes no son ni la caricatura mal hecha de un héroe, ni “La Generación del Bicentenario”. Héroes son Miguel Grau, Francisco Bolognesi, los Comandos Chavín de Huántar que liberaron la embajada de Japón o nuestros combatientes en el VRAEM, entre otros. Ustedes son los afortunados que están aprovechando y disfrutando lo que sufrieron sus padres, abuelos y todos estos héroes. No se dejen engañar por grupos de izquierda y ONGs. Aprovechen mientras puedan para estudiar, para leer historia, para leer la constitución, para compararla con las otras constituciones que hemos tenido (12) y este 11 de abril voten de manera inteligente.
Y ahora que vienen las fiestas de fin de año, sigan usando su mascarilla, mantengan la distancia física y lávense las manos constantemente. No vaya a ser que se contagien y por su irresponsabilidad terminen matando a sus padres y abuelos, los verdaderos héroes del bicentenario.