“Me gustaría añadir todavía un tercer punto…. el Concilio de los medios de comunicación. Era casi un Concilio de por sí, y el mundo vio el Concilio a través de ellos. El “Concilio de los periodistas”, no se llevó a cabo, por supuesto, dentro de la fe, sino dentro de las categorías de los medios, es decir fuera de la fe, con una hermenéutica diferente… Una hermenéutica política”
Para los medios de comunicación, el Concilio era una lucha política, una lucha por el poder entre las diferentes corrientes de la Iglesia….. Había un problema triple: el poder del Papa trasladado al poder de los obispos y al poder de todos: la soberanía popular. Y lo mismo pasaba con la liturgia: no interesaba la liturgia como un acto de fe, sino como algo donde las cosas se hacen comprensibles, un tipo de actividad de la comunidad…. Esas traducciones, esa trivialización de la idea del Concilio fueron virulentas en la praxis de la aplicación de la reforma litúrgica; nacían de una visión del Concilio fuera de su propia clave, la de la fe”.
“Sabemos que este Concilio de los medios de comunicación era accesible a todos. Por lo tanto, fue el dominante, el más eficiente, y creó muchas calamidades, problemas y miserias… Y el verdadero Concilio encontró dificultad para concretarse y realizarse; el Concilio virtual era más fuerte que el Concilio real. Pero la fuerza del Concilio estaba presente y, poco a poco, se realiza cada vez más y se convierte en la verdadera fuerza, que es, después, la verdadera reforma, la renovación verdadera de la Iglesia. Me parece que después de cincuenta años, vemos cómo este Concilio virtual se rompe, se pierde y aparece el Concilio auténtico, con toda su fuerza espiritual”.