Una nueva enfermedad política se cierne en el ciberambiente, la denominamos “disfunción erectoral” y no distingue sexo, género ni colectivo, es inclusiva por descomposición delincuencial y paradójicamente muy apetecida, además, se adquiere por decisión propia, por lo cual no es contagiada pero disemina ondas de odio, violencia, resentimiento y fanatismo a discreción. No se propaga por olas, sino por mensajes y pagos, no a la tierra, sino a los medios.
De acuerdo a nuestras exigentes consultas, “puede ser el síntoma más decadente de una afección física contraída en desgobierno o una tara psicológica mayor, que puede ocasionar estrés en una candidatura imposible, problemas en las relaciones partidarias, aumento de mentiras y una polémica autoestima que confronta a todos, menos a los medios de comunicación. El síntoma principal sin embargo, es la imposibilidad de un candidato o candidata para conseguir o mantener inventada una verdad lo suficientemente firme, a fin de acceder al reconocimiento mediante el voto ciudadano, así se compre electrónicamente”
El abuso del alcohol -ron en especial-, es una fuente de esa disfunción. Sumemos el adelgazamiento frecuente, alargamiento de rostro y nariz, hablar ininterrumpidamente horas de horas las mismas estupideces (emulando a Fidel, aunque no lo crean, el enfermo así se siente, un émulo de cualquier estropajo de la política mundial) y finalmente, se suma el síndrome literario del espejo mágico sostenido por algún ruin -ruin con ese-, de los que habitan en su alcoba, al decir en cada noche de insomnio y placeres mundanos: “¿Quién es el rey? ¿Quién es el supremo, el jefe, el inigualable, el que todos aman, el que supera el 100% en las encuestas de Alfredo?”
Entonces, perplejos ante tal situación de la disfunción erectoral, leemos con el nuevo Lord palaciego estas frases:
“¡Oh ansiedad! ¡Oh depresión!
No me traigas encuestas ajenas, dadme poder para pagarlas todas,
otorgadme dinero ajeno, de los plebeyos e inmundos para sufragarla
y tener bajo mi sombra, el poder de decidir el destino de los confiados y sumisos de mi tierra,
ésta que angustiante y enferma no se muere del todo,
no se muere, no se muere y… emocionado, emocionado…
la veo morir, emocionado“
Como ven o han notado, la disfunción erectoral podría tener una suma eréctil y actoral, farmacéutica e histriónica. No lo sabemos aún, pero estamos haciendo el monitoreo.
Así comienza el Año Nuevo, en fin de semana, no un lunes de principio, sino un domingo de final.