Cuenta una vieja amiga -en son de burla y algo de realidad-, que en el Perú no hay que comprarse el boleto de la Lotería para ganar el sorteo, porque también se puede “arreglar”.
Les comento esto porque cada día nos convencemos más que lo irreal se vuelve realidad, que lo imaginado está ocurriendo, que la pesadilla no era más que un sueño por delivery, que lo absurdo es parte de la vida diaria y en medio de todo esto, somos contemplativos, tolerantes y aprobamos con silencio que todo siga siendo derrumbado como desmonte hacia el precipicio. Así somos los peruanos.
Pero si levantas la mirada, si alzas la voz, si pretendes protestar sustentando tus ideas y alcanzando propuestas, te destrozan los medios de comunicación primero y el gobierno con su unión de políticos corruptos después, a los minutos, porque la ignorancia y la petulancia no aceptan competidores de mejor nivel, porque el país se merece que sigan siendo los imbéciles, los dueños del poder.
Te van a descalificar hasta tus “amigos” y te puedes fregar, esa es la verdad. Irán tras tu familia, presionarán por todos lados, te harán ofertas que tal vez -como toda mafia que ejerce dominio total-, no puedas rechazar y al final, sabiendo que todo eso puede suceder, mejor sigues tu camino y que se frieguen 32 millones que podrían escucharte y entender, mientras a ti a los tuyos no los toquen. Eso es, eso ocurre, a eso le tienes miedo.
¿Y el Perú, no te importa? ¿Y tus hijos, no merecen despertar en medio de la pesadilla para levantarse, prender la luz y construir su camino en Libertad? ¿Siempre dirás “que otro lo haga” porque yo no puedo ahora?
Entonces…