Si bien es cierto que podemos emplear distintos indicadores para definir a la clase media, justamente en su variedad y diversidad reside la esperanza de consolidar el camino de su progreso y crecimiento, lo que representa esas mismas potencialidades para todo el país, en un efecto imparable de necesidades aspiracionales, un camino que se va ampliando cada vez más si sabemos promoverlo o que se reduce constantemenete con gobiernos de ultra izquierda como ahora lo padecemos.
Tener clases medias fuertes y expandidas geográficamente, permite desarrollar polos de mayor amplitud en forma rápida, lo que resulta a su vez evidente en una mejor inclusión financiera, mayor oferta educativa, renovación de infraestructura en el hogar, acceso y mejora a los mercados, progreso y desarrollo, lo reitero.
La primera prueba de fuego para lograrlo está en tres vertientes inseparables como son seguridad, confianza y compromiso.
Seguridad que nace del Estado hacia las personas, un tema que está muy débil en cuanto a la nula capacidad de prevención y represión al delito, en especial al de todos los días, el que afecta cuando uno está en su casa, al momento de ir a la escuela, trabajo o universidad.
Confianza, que nace de la gente hacia el Estado, un péndulo que puede ganarse día a día, siempre y cuando los representantes del gobierno – en especial desde el Congreso- den muestras de unidad de criterios y acuerdos finales.
Y compromiso, el punto más sensible, que nace de los ciudadanos y a la vez desde el Estado, en forma paralela. Este último punto es muy difícil de conseguir y mantener si antes no se hace evidente la seguridad y la confianza.
Las clases medias –así, en plural- no son estáticas, no son una estadística concreta en naciones que cambian decisiones por intereses de grupo y en eso, se debe cuidar mucho la conducta gubernamental, por ejemplo en cuanto a la remodelación tributaria del trato a las pequeñas y micro empresas, duramente afectadas por cargas impositivas irreales y una superintendencia politizada para lograr cifras a costa de multas y procesos arbitrarios.
El ahorro de las personas para la jubilación y los fondos de pensiones son una fuente gigantesca de crecimiento, podrían triplicarse si se ampliara la cobertura y la densidad de cotizaciones, y si se educara en inversiones personales y familiares, protegiendo las decisiones de los trabajadores para anticipar su jubilación como herramienta de primer piso de protección si lo desean, allí va un buen consejo que le permitiría al país que sus clases medias tengan un colchón de más de cien mil millones de dólares en los siguientes cinco años, justo para el Bicentenario.
Para lograrlo, es preciso tener un gobierno y un congreso que ofrezcan y demuestren compromiso con todos, pero vemos que estamos en rumbo contrario. La confianza NO crecerá en un país que dependiendo hoy más que nunca de la seguridad patrimonial de los trabajadores, se encuentra en un panorama de incertumbre interminable… el futuro va sombrío.