Mes tras mes, durante el último año, hemos presenciado cómo el deterioro de la economía peruana se ha acentuado, a pesar de las medidas tomadas para fortalecer la resiliencia de las poblaciones más vulnerables y mantener a flote a micro y pequeños empresarios, quienes emplean a un 47.7% de la población económicamente activa.
Sin duda, las consecuencias nos afectarán durante los próximos años; sin embargo, a nivel microeconómico, las familias y las empresas son quienes padecen de manera inmediata y heterogénea los estragos de la pandemia. Por tanto, cabe preguntarnos si existen indicios de recuperación en la generación de ingreso de las familias peruanas y cómo han evolucionado las condiciones laborales durante los últimos meses del año, ante las medidas de reactivación implementadas por el Gobierno.
De acuerdo con el informe técnico de mercado laboral en Lima Metropolitana para el cuarto trimestre de 2020, publicado por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), la población en edad de trabajar, en 2020, ascendió a 7.8 millones de personas solo en Lima Metropolitana, de las cuales 4.3 millones forman parte de la población económicamente activa (PEA). Un primer resultado que destaca es que la PEA, es decir las personas dentro del mercado laboral, decreció un 17.4% respecto de 2019, lo cual indica una reducción en la potencial fuerza laboral con la que cuenta la capital y que no se recuperará con facilidad al no generarse nuevas posiciones en los últimos meses.
Sin embargo, lo más preocupante resulta la reducción de la PEA ocupada (-23.1% en 2020 y -13.1% solo en el cuarto trimestre de 2020, frente al mismo periodo del 2019) y el consecuente crecimiento de la PEA desocupada (+63.7% en 2020 y +114.7% solo en el cuarto trimestre).
Si bien estos hallazgos muestran una importante recuperación frente al tercer trimestre de 2020, periodo en el cual la situación laboral fue la peor a lo largo del año, la incertidumbre en el ámbito del sector salud y las próximas elecciones presidenciales no muestran un panorama alentador. Esta situación es mejor ejemplificada al considerar que, durante el 2020, la PEA ocupada en empleos adecuados disminuyó un 26.8% y, solo en el último trimestre, el subempleo por insuficiencia de horas y por ingresos se incrementó un 21.4% y un 21.9%, respectivamente.
En cuanto a los resultados según rama de actividad y tamaño de empresa, en 2020, la población empleada disminuyó en todas las ramas. Así, en manufactura, este indicador se contrajo un 24.2%; en construcción, un 27.0%; en el sector comercio, un 14.8%; y en el sector servicios, un 25.1%. Sin embargo, durante el cuarto trimestre del 2020, la PEA ocupada se contrajo en menor medida en casi todas las ramas, con la sola excepción de comercio, que aumentó un 0.9%. En el año de análisis, la población ocupada disminuyó en todos los tamaños de empresa. En las empresas con 11 a 50 trabajadores, el empleo se contrajo un 27.1%; en unidades económicas de 1 a 10 trabajadores, un 24.6%, y en las empresas de 51 y más trabajadores, un 18.9%. Solo en el cuarto trimestre, los ocupados en establecimientos de 1 a 10 trabajadores disminuyeron un 5.9%; en las empresas de 11 a 50, un 29.8%, y en las grandes empresas, un 21.9%.
¿Qué podemos esperar para los siguientes meses?
Si bien la respuesta está directamente relacionada con el comportamiento de los principales sectores productivos y empleadores de nuestra economía, existen serios factores de incertidumbre política y en temas de salud pública que limitan el potencial de recuperación y expansión de la inversión y la producción para los siguientes meses del año. De acuerdo con el informe técnico de producción nacional a noviembre de 2020, la lenta recuperación del PBI se mantiene en sectores como minería e hidrocarburos (con una reducción del -4.8% de su índice mensual de producción en noviembre frente al mismo periodo en 2018); alojamiento y restaurantes (-41.3%); transporte, almacenamiento, correo y mensajería (-21.9%); manufactura (-4.2%) y comercio (-2.4%). Estos sectores, en agregado, concentran aproximadamente un 65% del empleo en el Perú.
Las señales de recuperación económica no son alentadoras y, sin duda, son aún muy sensibles a cambios súbitos en el contexto político y de salud pública. No debemos dar marcha atrás a las políticas de reactivación que se vienen implementando. Sin embargo, es momento de abordar los retos que enfrentamos con un enfoque que lleve de la mano a la economía y a la salud, ámbitos que son dos caras de la misma moneda.
Así, con propuestas basadas en solidez técnica y evidencia, es necesario promover alternativas que faciliten la generación de ingresos y de empleo en el Perú. Abordar de manera efectiva la integración de la economía digital en la agenda política, el teletrabajo y medidas de flexibilización laboral son solo algunas propuestas que significan una oportunidad única que no debemos dejar pasar para salir adelante y pensar en el futuro.