No entiendo al actual Gobierno del Perú y me cuesta creer que se haga algo para evitar el gran daño a nuestra economía, parálisis que se está promoviendo desde sectores políticos que intentan obstruir toda actividad minera formal, bajo pretextos y amenazas que siguen creciendo cada vez más.
Cierre de carreteras, estado de emergencia en todo un corredor geográfico estratégico, bloqueo de caminos, destrucción de infraestructura, menosprecio a las mesas de diálogo –que venga el Premier, que venga el Presidente, eso dicen los radicales Frentes de Defensa- y mientras tanto, la economía lenta, teniendo la oportunidad de ser el país de mayor crecimiento en América Latina y a la vez, ser generador de cientos de miles de puestos de trabajo sostenibles. Increíble que esto siga ocurriendo.
Parece una pesadilla, pero es verdad. Parece como si Humala nos siguiera haciendo perder el tiempo, pero lo sorprendente es que se trata de otro gobierno, aunque muchos de los funcionarios del desastre nacionalista, siguen ocupando lugares estratégicos para decidir la pasividad y la absurda ausencia de acciones y decisiones que el país entero reclama.
Las Bambas asediada y cercada, en una región que ha dado el gran salto de su vida en educación, salud y trabajo, gracias a la inversión privada.
Conga y Tía María inexistentes, casi en el olvido, mientras decenas de ONG de falsa fachada siguen dando discursos falsos de contaminación y destrucción de ríos y campos de cultivo. Y una represa como Paltiture, detenida, viendo adonde la mudan porque unos dicen que está en su región y otros dicen que se encuentra en la suya. Increíble, como si se tratara de dos países en pugna.
Se ha desatado la guerra contra la industria minera formal, mientras Madre de Dios sigue destruyéndose en su hábitat natural por decenas de miles de ilegales que llenan de mercurio nuestros ríos en la Amazonía.
En los dos extremos, desde el cerco a la minería y la destrucción de la selva, están los mismos partidos o grupos políticos de una izquierda irresponsable, populista, llena de demagogia que pretende llegar al poder generando violencia y resentimiento.
Mientras tanto, ninguna acción efectiva contra la minería ilegal, ningún proceso judicial efectivo para sancionar los bloqueos de caminos y carreteras, ninguna denuncia desde el Estado hacia los que promueven este retroceso y parálisis en la economía.