Dos curas, dos sacerdotes católicos, dos pastores de la Iglesia se angustiaban porque decenas de personas acudían a un humilde centro médico que de la noche a la mañana se convirtió en “el hospital de la caridad y la esperanza” para toda una región peruana y en especial, para su capital Iquitos.
En ese centro médico, uno de los sacerdotes, Raymundo Portelli, se desempeñaba además como Médico, en agotadoras jornadas de su prédica con la Fe y su segunda profesión: salvar vidas.
Agotados físicamente, pero jamás con cansancio espiritual, tocaron puertas y oficinas, llamaron y escribieron a muchas personas pero nadie se acordó que una respuesta era necesaria. Entonces, sin perder tiempo y viendo como la solidaridad parecía no contar entre su manto a la Amazonía, organizaron una colecta para comprar lo que en ese momento era lo más necesario para salvar vidas: una planta de oxígeno.
En sólo 24 horas, estos curas de piel sencilla y sin tambores de guerra, unidos en la esperanza, consiguieron que de todos lados comenzara a llover una moneda, una colaboración, muchas monedas, muchas alegrías que lograron juntar para cuatro plantas de oxigeno (y la meta era para una). Esa respuesta de gentes de la selva y de muchas ciudades del Perú, fue la imagen de un país que no se deja vencer, aunque los atropellos y la corrupción nos detengan y retrasen cada cinco años por gobiernos llenos de insensibilidad e ineptitud.
No sólo fue luchar para conseguir el dinero, lo peor recién comenzaba, porque había que hacer engorrosos trámites de importación, pagar el transporte, traer ingenieros para las instalaciones, vencer el miedo para convencer en que alguien se atreva a venir aquí a Iquitos a poner en marcha las cuatro plantas de oxígeno que salvarían miles de vidas.
Como siempre sucede, el pueblo y empresas privadas lo lograron, junto a la Fuerza Aérea del Perú. ¿Y el gobierno nacional, el regional, la municipalidad provincial?
Como siempre sucede, los representantes del pueblo, se olvidaron del pueblo, a excepción del día de la inauguración, para salir en la foto y usara seguramente en la siguiente campaña electoral. Pero para ayudar al pueblo, desaparecieron como siempre, cobrando claro está, sus enormes salarios y privilegios, mirando de costado el hambre, el dolor y sufrimiento de los pueblos de la Amazonía.
¿Por qué les narro todo esto?
Ustedes podrían decirme, “Bueno Ricardo, pero ya están pues, las cuatro plantas de oxígeno, miremos hacia adelante”… y mi respuesta sería la misma: “Miremos hacia atrás y hacia adelante, hacia cada costado, todos los días, a toda hora, porque las plantas no están funcionando en su real nivel de operatividad e incluso una, la de Nauta estuvo paralizada y ahora corre el riesgo de quedar inoperativa”
“Las plantas de oxígeno, fueron cedidas a las autoridades de salud (Ministerio de Salud, Dirección Regional de Salud) en perfectas condiciones, totalmente operativas y en calidad de donación bajo el compromiso que se encargarían de brindarle mantenimiento continuo, a fin de poder proporcionar oxigeno en forma gratuita a los ciudadanos de Nauta, específicamente a los pacientes con COVID-19”
¿Y qué ocurrió luego de haberse entregado la planta de oxígeno a Nauta?
El diario Pro & Contra “Noticias desde la Amazonía Peruana” lo detalla así el 8 de febrero:
“La planta estuvo malograda, tampoco pueden negar eso las autoridades, la mandaron a arreglar el domingo pasado y comenzó a producir oxígeno. No es cierto que produzca al 100 por ciento, hay detalles que faltan”, dijo el párroco de Nauta, Agustín Raygada.
El religioso dio a conocer que no le hicieron mantenimiento, se fueron a arreglar la planta, por eso está funcionando, pero le falta mantenimiento. “El señor Oscar Llapapasca se comprometió a que le darán mantenimiento, ya que eso se requirió en octubre del año pasado, pero nadie atendió”, informó el Padre Raygada.
“Da cólera que se tenga que levantar –el Pueblo- para que vengan y arreglen, pero también alegría porque las autoridades constataron y ordenaron el arreglo, y también vieron otras deficiencias”, manifestó el Párroco.
Pero aún antes, el 3 de febrero, el Diario Ahora, de la cadena amazónica de noticias, tituló:
“Nauta se quedó sin Planta de Oxígeno” y desarrolló la noticia de la siguiente manera:
El pasado 06 de agosto de 2020, el Padre Miguel Fuertes Prieto como Administrador Diocesano del Vicariato Apostólico de Iquitos hizo entrega a la Dirección Regional de Salud (DIRESA) de Loreto la cuarta planta de oxígeno que fue comprada con los fondos adquiridos a través de la colecta que realizó la Iglesia Católica.
La Planta fue destinada al hospital de la ciudad de Nauta. Sin embargo, a solo contados meses dicha planta de oxígeno ya se encuentra malograda.
Lamentablemente, hoy en día, dicha planta ya no está operativa debido a la falta de mantenimiento por parte de la DIRESA Loreto y de la Red de Salud de Loreto Nauta a pesar de haber firmado un acta en el que se comprometían a hacerlo.
Esta situación se torna aún más desesperante debido a que los casos de COVID-19 se vienen incrementando en Nauta, algo que motivó a varios ciudadanos a dirigirse hasta la parroquia de dicha ciudad para solicitar oxígeno para sus familiares enfermos, desconociendo que los responsables de la planta son ahora las autoridades de salud.
Esto también significa que los pacientes que requieran oxígeno tienen que ser trasladados hasta la ciudad de Iquitos para poder salvarles la vida, fue la nota del periodista W. Junnas de Diario Ahora.
¿Saben cuánto tiempo demora ir de Nauta a Iquitos y en qué condiciones se hacen los traslados y a qué costos?
Sumado a este drama que es fruto de la irresponsabilidad e insensibilidad de todas las autoridades del sector salud, desde el Ministerio hasta la Dirección Regional en Loreto, la realidad se hace más angustiante porque aún con esas cuatro plantas, aún con la plantas donadas por las empresas privadas y los esfuerzos por entregar ventiladores mecánicos, concentradores de oxígeno y material médico (insumos y medicinas), repetimos: todo logrado por la empresa privada, la Iglesia Católica y el pueblo peruano -sin ninguna ayuda del Gobierno de Vizcarra, ni el de Sagasti-, la realidad es que se necesita por lo menos una planta adicional que esté operativa de inmediato. Pero sobretodo, con mantenimiento permanente para que no colapsen.
Fíjense ustedes lo que sale en las noticias desde el exterior:
“Iquitos, la capital de la región de Loreto (al norte del Perú) situada en la Amazonía peruana enfrenta la segunda ola de covid-19 con una variante mucho más fuerte, la cepa brasileña, que ha dejado ya 108 fallecidos en lo que va de 2021, 250 personas hospitalizadas y 36 en UCI”
“El año pasado la Iglesia de Iquitos hizo una colecta con una grandísima colaboración y participación del pueblo con la cual se compraron cuatro plantas de oxígeno. Tres de ellas fueron entregadas al Hospital Regional de la ciudad de Iquitos y una al Hospital de la ciudad de Nauta”
El Administrador diocesano de Iquitos denunció el mal uso y mantenimiento que se le están dando a estas plantas: “El Ministerio de Salud es el responsable junto con los hospitales de darle el mantenimiento y el funcionamiento, no le han dado el mantenimiento necesario, esta es la triste realidad y en estos momentos una de las plantas no funciona y están esperando que mañana llegue el ingeniero para que la arregle. Pero así con todo, no es suficiente oxígeno para la cantidad de personas contagiadas que tenemos en este momento en la ciudad, por lo que volvemos a estar necesitados y la gente está buscando oxígeno desesperadamente”.
En resumen:
¿Qué se hizo durante el gobierno del vacado por permanente incapacidad moral en el tema de la salud? ¿Por qué se abandonaron las plantas de oxigeno? ¿No cobra sentido que el boicot denunciado al funcionamiento de las plantas, se evidencia con la ahora ausencia de mantenimiento? ¿Por qué sigue de Ministra de Salud una persona que fracasó al frente del denominado Comando Covid y ha estado en el mismo puesto de ministra en dos gobiernos de absoluto fracaso? ¿Es más importante que subsista la corrupción, frente a la vida de los peruanos?