Esperaría que los peruanos ya tengamos claro, después de algo más de 100 días presididos por esa malagua desabrida de Sagasti, más los 962 días del corrupto y miserable de Martín Vizcarra, que seguimos en la misma porquería de gobierno y que todo es una lamentable continuidad que sigue matándonos y destruyendo a la economía del país.
Pobre hombre Francisco Sagasti Hochhausler, a quien parece que algún día le tocó trabajar en serio. Después de más de 100 días como presidente da la impresión de que aún no es consciente de su alto encargo y más parece estar preocupado por la decoración de algún salón del Palacio de Gobierno, estilo Luis XVI o similar, para entrevistar a cuatro periodistas pertenecientes a medios de prensa de muy dudosa reputación; a su vestimenta y a los pañuelitos de seda que seguramente intercambia con el comunista Gino Costa. Y pobre él, seguramente llegará el 29 o 30 de julio y alguno de sus ujieres tendrá que decirle “Hey señor presidente, despierte, son las 11 AM, usted ya no es presidente, tiene que desalojar palacio”. Esperemos que para esa fecha ya haya aprendido a ponerse la mascarilla.
Mientras tanto el señor Sagasti, bien intencionado tal vez, pero al ser izquierdista, se convierte automáticamente en bruto, inepto e incapaz, lo cual vemos cada día con el pésimo manejo que está haciendo de la pandemia, ante la persistente falta de pruebas moleculares, de algo tan básico como el oxígeno, de camas UCI y especialmente de las vacunas, estas últimas, lo único que podrá sacarnos de esta crisis espantosa.
Parece que este señor no se da cuenta de la cantidad de personas que se están muriendo cada día y de las familias que quedan desamparadas gracias a su ineptitud.
El declamador de poemas de Vallejo se ha rodeado de un pésimo Consejo de Ministros presidido por la señora Violeta Bermúdez. Él, al igual que la rata Vizcarra, ha preferido rodearse de mediocres para destacar entre todo ese estiércol ministerial, con la honrosa excepción del señor Allan Wagner Tizón, hoy a cargo de la Cancillería y limpiando todas las cochinadas que dejo su antecesora, la inmoral, si es que no es delincuente, Elizabeth Astete.
En referencia a la primera ministra, cuyo mayor pergamino ha sido, tal vez, haber trabajado de 1985 a 1997 en la ONG de izquierda Manuela Ramos, donde llegó a ser coordinadora general, entre otros puestos mediocres de la administración pública, en los que por supuesto comió de la teta del Estado. Sus especialidades: los temas de género, poblaciones vulnerables y descentralización, tan innecesarios para ejercer el cargo de Primer Ministro.
¿Esto es lo que necesita el Perú para Primer Ministro en medio de una crisis sanitaria y económica?
Para muestra un botón. Esta señora, mentirosa habitual como todos los izquierdistas, ha manifestado varias veces que para el 28 de julio habrá entre 10 y 15 millones de peruanos vacunados. La pequeña diferencia que la primera ministra menciona, de 5 millones de personas, estimado lector, equivale a 100 estadios con capacidad para 50.000 espectadores, nada menos.
Sigamos, según la portada de Perú21 del sábado 27 de febrero, hasta el día anterior había 256.000 vacunados en su primera dosis y según la información que proporciona Marco Loret de Mola a través de su canal de YouTube Matlab, estamos en un promedio de 13 mil vacunas diarias. Esto quiere decir, querido lector, que para que se cumpla la falacia de la primera ministra, si fueran 15 millones de vacunados hasta el 28 de julio, 151 días, tendríamos que estar vacunando a más de 97 mil personas por día. Si fueran 10 millones de vacunados, tendría que vacunarse a más de 64 mil personas diarias. Estamos en 13 mil por día y todavía no estamos considerando ni siquiera los recursos necesarios para la segunda dosis.
Lo peor de todo es que hablamos de millones de vacunas que ni siquiera tenemos, porque no hay contratos firmados, ¿tal vez por un acuerdo turbio con los chinos de Sinopharm?
¿La mentira y la ineptitud no son un motivo suficiente para interpelar y censurar a la primera ministra Violeta Bermúdez?
Lo cierto es que todo esto da asco. Repugna ver, ante la ineptitud del gobierno, al presidente, a ministros y autoridades ponerse para la foto, como la ministra de Defensa Nuria Esparch, recibiendo plantas de oxígeno donadas por el sector privado al que ignoraron durante toda la pandemia.
Lo comenté en un artículo publicado a mediados de diciembre: Sagasti debía ser el capitán de una embarcación que hace agua por todos lados, con una tripulación mermada, a la que lo único que debía hacer es llevarla a buen puerto. Es decir, y como él lo afirmó, asegurar unas elecciones limpias, buscar la reactivación de la economía, controlar la pandemia y reconstruir la confianza. Nada más.
Lamentablemente nada de ello está sucediendo. Nos encontramos a unos 40 días de las elecciones y todo huele mal debido a la manera errática en la que procede el Jurado Nacional de Elecciones, poniendo y sacando candidatos según sus intereses, o los del señor Vizcarra, que a todas luces sigue manejando los hilos de las dependencias más importantes del estado, como el mismo JNE, la Junta Nacional de Justicia, el Poder Judicial, el Ministerio Público y hasta la Policía Nacional del Perú a través de la DIVIAC, nada menos que una suerte de Gestapo lorcha.
La economía de las familias peruanas se sigue destruyendo. Parece que no ha sido suficiente que nuestra economía haya caído más del 11% en el 2020, que miles de negocios hayan tenido que cerrar y que millones de personas hayan perdido sus empleos gracias a las fórmulas promovidas por el Grupo de Puebla que tan bien aplicaron Vizcarra y sus compinches, y que este gobierno continuista y cómplice mantienen. Es decir, haz más pobre a la gente, quítale todo lo que tiene, para que necesiten de la ayuda y del poder del Estado.
Las personas se siguen muriendo. Estamos en el pico de una segunda ola que empezó gracias a Julio Guzmán, el candidato del Partido Morado (el de Sagasti), cuando promovió las protestas contra Manuel Merino. No tenemos oxígeno. Vemos esas colas interminables todos los días y el gobierno es incapaz de hacer nada, salvo bajarse los pantalones frente a la ayuda de la empresa privada o el gobierno chileno. Tampoco hay pruebas moleculares ni camas UCI. Menos vacunas.
Señor Sagasti, dicen que usted duerme hasta las 10 u 11 AM, no me consta, pero en todo caso ¿cuántos miligramos de Clorazepan o similar puede tomar cada noche para poder dormir ante toda esta desgracia y ante tanta muerte?
Como dicen los gringos, “Last but not least” (último pero no menos importante), con respecto al caso Vacunagate, quisiera que todos los hijos de puta que se vacunaron de manera ilegal y a escondidas, poniéndose de manera egoísta, cobarde y delicuencial, por delante del personal de primera línea que se ha fajado desde hace un año por todos nosotros, arriesgando a sus familias cada día, sean embarcados en un avión de carga y que este se caiga en medio de la selva. Al menos de guano servirán.