Es increíble, pero resulta cierto. El Perú es un país donde cualquiera puede llegar para destruirlo y hasta se le paga.
Un perseguido por la justicia se evade sin problemas dentro del territorio nacional, sale de nuestras fronteras y hasta en Bolivia o Ecuador se le captura con mucha facilidad.
Algunos narcotraficantes o estafadores de obras públicas vienen de visita, ponen negocios, participan de actividades sociales, salen en revistas o álbumes del Facebook de sus amistades nativas y regresan a sus países de origen, con la más absoluta tranquilidad hasta que son capturados en algún momento, pero aquí no, están de parranda bailando felices sobre sus montañas de dinero o tal vez, llegan a jugosos acuerdos extrañamente legales para seguir robando.
Otros, activistas y militantes de la ultra izquierda más feroz y sanguinaria se ponen terno y corbata, alquilan lujosas habitaciones en los mejores hoteles, usan varios pasaportes y tejen una red de asesoramiento diverso mediante una Ong que puede colocar en posiciones de gobierno a los menos preparados para gobernar, a los más avezados para dirigir el destino de una nación.
Vestidos de monjes, de periodistas o de soldados, no les importa. Presentados como sabios, pero hábiles en sus jugadas fuera de la ley. Genios y consejeros en el papel, destructores y marcas de la honorabilidad….esos son, allí están…
Si creen que esto es un cuento, sigamos en la fantasía y veamos cómo todo se sigue pudriendo. Si consideran que es improbable que eso haya ocurrido, sigan eligiendo el suicidio electoral, o peor aún, la hipoteca de las encuestas falsas, antes que razonar el voto conociendo en detalle a cada candidato, ministro, congresista…presidente o reemplazante.
Fábrica de supuestos pobres en la niñez, que hoy son impulsores de economías personales medio extrañas, máquina del tiempo que trae convertidos en apóstoles a los que negaron su fe, ese es el mercado de la política que atraviesa nuestro diario acontecer.
Una o varias mentes preparadas para la intriga, la manipulación, la destrucción de valores, el reemplazo de virtudes por la repugnante fórmula del atrasador, eso es lo que alias favre o alias el que sea, construye por alquiler en el Perú, sin medir nada más que la holgura de su billetera.
Todo es posible, todo, sino, miren a la prensa y lean al revés para entender la verdad.